Paso al frente del cardenal Cañizares

El cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia, a pocos días del término de la Asamblea Plenaria, ha dado un paso al frente y se ha arremangado en forma de titulares y con unas jugosas declaraciones periodísticas.

Y lo ha hecho con la inteligencia de una estrategia comunicativa que supone un movimiento orquestal de primera magnitud. Al menos cuatro grandes entrevistas, publicadas el mismo día, en medios impresos de información general de tirada nacional, sobre muy diversos temas.

Hacía tiempo que una personalidad de la Iglesia no movía ficha pública de esta forma y con esta incidencia.

Hay, de entre las varias entrevistas publicadas, y comentadas en los medios eclesiales, varias apuestas y propuestas.

La primera, sin ánimo de exhaustividad, es que el cardenal Cañizares, en su nueva responsabilidad de Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, tiene claro que la presencia de la palabra pública de la Iglesia, de forma no solo oficial, no es incompatible con la posibilidad de proponer y enfocar temas de manera adecuada en el diálogo social, más allá de frases ocurrentes.

Quizá se puede decir que es precisamente esa permanencia, incluso la forma de esa presencia de la palabra pública, la que hace que al interlocutor se le reconozca y valore, se le tenga en cuenta y no se le minusvalore o se le convierta en un muñeco para el pin pan pun, o en un juguete roto.

El cardenal Cañizares maneja, como buen hombre con experiencia, los tiempos y los temas. Incluso lo que técnicamente se denomina frecuencias. Y ofrece titulares de libro que, todos juntos, aportan un perfil muy adecuado para hacernos una idea de lo que piensa en este momento el vicepresidente de la Conferencia Episcopal.

Habría que preguntarse si este “punch periodístico” tiene relación con la forma de dar respuesta al hecho de que sus hermanos obispos le hayan hecho Vicepresidente de la Conferencia.

Hemos leído, por ejemplo, que el cardenal Cañizares piensa que “los obispos no podemos ser unos obispos mudos ante el laicismo. La historia de la Conferencia Episcopal ha sido muy buena en ese sentido y se ha pronunciado sin ningún temor, simplemente como servicio a los hombres, con el objetivo de lograr una sociedad más libre, más pacífica y con más derechos humanos”.

 

Y más, mucho más. 


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