Pablo Iglesias se confiesa

Lo ha contado, en portada, Pedro Ontoso en “El Correo” de Vizcaya. Y lo ha ilustrado con una foto del líder de Podemos, Pablo Iglesias, con kipá delante del muro de las Lamentaciones. Ocurrió el pasado siete de septiembre en una visita que hizo a Jerusalén y al lugar sagrado del judaísmo. Una visita que parece no entendieron algunos de los compañeros y camaradas de su partido.

El mensaje que Pablo Iglesias introdujo en las grietas de ese muro de la historia de la humanidad, trascendida y trascendente, era, según confiesa su autor, la nota de un ateo que estaba dedicada a su abuelo, y a sus abuelas, que perdieron la guerra. Estaba, por tanto, dedicada a la memoria de quienes habían sido el ejemplo de vida cristiana para el emergente político español. La clave del rescoldo religioso, al menos cultural y familiar, de sentido y sensibilidad religiosa, de Pablo Iglesias está en su abuelo Manuel. Una historia que cuenta en el libro “Disputar la democracia”.

La visista a Jerusalén era uno de los sueños de su abuelo “un demócrata español, socialista y creyente” que estuvo condenado a muerte y que fue indultado. Confiesa Iglesias que su abuelo “nunca dejó de ser católico aunque estuviera lejos de simpatizar con la jerarquía”. Comenta en el citado libro, editado por Akal, que “aquel hombre amaba la celebración de la Navidad con su familia escuchando villancicos gitanos y leyendo en alto fragmentos de la Biblia. Siempre soñó con visitar Jerusalén y el Muro de las Lamentaciones. Tenía cierta simpatía por los judíos, porque combatieron con él contra el fascismo en España y cierta antipatía por los musulmanes, porque los identificaba injustamente con el ejército de Franco”.

Pablo Iglesias dice de sí mismo que “no soy ni católico ni creyente”. Y en el citado libro arremete contra “la poderosísima patronal católica de ultraconservadores que están tratando de ocultar a una mayoría silenciosa y ejerce como el más poderoso de los lobbies sobre el gobierno del PP”. Un gobierno que, piensa el rostro de Podemos, defiende los privilegios de la Iglesia. 

Es muy probable que Pablo Iglesias, y su círculo del poder, sepan estratégicamente distinguir entre sentimiento religioso, confesión pública de la fe religiosa, Iglesia institucional e Iglesia en España. Lo que no estaría demás, a la hora de presentar las distinciones, y actitudes de respuesta ante estas distinciones, es que supieran encontrar los puntos de conexión.

Como se ha visto en el caso de la Semana Santa de Sevilla, a Podemos se le atraganta un hecho de presencia indiscutible en la sociedad española, y ahí no se maneja con soltura. No descartemos que venga alguien en su ayuda…

 
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