Obispos de lo esencial

Quien dijera que el pesimismo y el fatalismo son los verbos sobre los que se conjuga la conciencia cristiana del presente, se equivoca. Una cosa es que no se encuentren fórmulas adecuadas para los nuevos tiempos, y otra muy distinta es que la parálisis impida elevar la mirada. Los obispos, al menos los que han escrito hasta el momento, están potenciando el reto de Benedicto XVI y se convierten en obispos de lo esencial y sobre lo esencial.

Algunos ejemplos. Javier Novell, obispo mediático donde los haya, titular de Solsona, ha dado un paso más y ha elaborado un cuaderno de tareas concretas para su diócesis, un singular vademécum alejado de reflexiones teóricas y de los grandes expresos. Lo ha escrito con una finalidad: "un cambio de signo en el clima de nuestras parroquias: del desánimo al entusiasmo, de la recesión al crecimiento". Insiste en cuestiones tan básicas como que se abran, al menos, un día los templos; en la necesidad de celebrar la misa con dignidad; en la urgencia de crear o dar nueva vida a grupos de fe en la parroquia, grupos de Nueva Evangelización, catequesis de primera comunión, de confirmación... Propone algo así como retomar el catecismo básico sobre el que se articula la vida parroquial en la dimensión de la predicación y de la caridad. Tiempos de memoria de lo esencial.

El obispo de Tarrasa, monseñor José Ángel Sainz, insiste en su carta sobre el inicio de curso en que "es especialmente significativo que el Papa nos pida que no nos quedemos en una perspectiva meramente "celebrativa" –es decir, de rememorar el pasado- sino también y sobre todo "misionera"; o sea, plantearnos qué hemos de hacer para evangelizar con la Palabra y la Gracia de Cristo a los hombres y mujeres de hoy". Habla también de la crisis económica, de sus causas y de su consecuencias, pero centra su atención en el Año de la fe.

Una singular referencia merece el jesuita Elías Royón, presidente de la CONFER, que también ha lanzado su mensaje de inicio del nuevo período, centrado en un análisis de los "signos de los tiempos". Concluye su texto, también pastoral, con la siguiente invitación: "Todos necesitamos convertir el corazón. Y es que la injusticia hunde sus raíces en un problema que es espiritual. Por eso su solución requiere una conversión espiritual del corazón de cada uno y una conversión cultural de la sociedad".

José Francisco Serrano Ocejajfsoc@ono.com

 
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