Nuevas formas episcopales

En la reciente presentación del libro sobre la historia de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Ricardo Blázquez insistió en la idea de que esta institución no había dado grandes giros en su orientación a lo largo del tiempo. Por tanto, no se había producido espectaculares golpes de timón.

Permítaseme la metáfora marina. A ningún capitán se le habría ocurrido dar un giro de tal calibre que el barco se partiera en dos en el movimiento.

A esta idea hay que añadir otra, bien interesante, de monseñor Gines García Beltrán, en el citado acto. Insistió el hoy obispo de Guadix en que la fraternidad episcopal era una categoría clave que explica la forma de trabajo, el clima y los frutos de la Conferencia Episcopal a lo largo de su historia. Una fraternidad que lleva pareja un ejercicio de libertad compartido y alentado y compartido.

A la colegialidad hay que sumarla, por tanto, la sinodalidad, que es una insistencia del Papa Francisco.

Cuando los lectores se encuentren con este texto, ya tendrán las claves de un nuevo resultado electoral. Durante la pasada semana hemos asistido a un cambio en la forma de las declaraciones públicas episcopales.

El estudio del caso es muy sencillo. Ante unas elecciones generales, solía ser frecuente un comunicado conjunto. Tanto en la vez anterior, como en la presente ya pasada, el organismo competente de la Conferencia Episcopal se pronunciaba al respecto. Ahora, en estos nuevos tiempos, no se ha considerado oportuno. Y esto ha provocado que varios obispos hayan hablado de forma individual o colegial.

La pregunta es si los criterios que se utilizaban para que no se diera una declaración conjunta no regían, de la misma forma, para una individual o de otras estructuras, como es la provincia eclesiástica. Porque no creo que vayamos a volver a la polémica entre la Conferencia Episcopal y las Provincias eclesiásticas.

Ha sido el caso de los obispos de la Comunidad de Valencia, de esa provincia eclesiástica, incluido, por supuesto, el obispo de Ibiza. Su texto conjunto ha servido de referencia para alentar otros pronunciamientos, como el del obispo de Getafe, o algunas declaraciones, como las del obispo de Alcalá de Henares. Lo que pasa en le centro de España, en este sentido, debe seguirse muy cerca.

Sin entrar en valoraciones sobre esa forma nueva de intervenir en el diálogo público, lo que está claro es que se ha creado un nuevo mapa de procesos, hábitos y actuaciones que configuran una imagen pública de la Iglesia. No se trata de dialécticas –si así fuera estaríamos perdidos-, sino de ejercicios complementarios. 

 
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