Mozart y la pretensión cristiana

Pese a tratar de cuestiones organizativas, de la Escuela de la próxima semana, de la lectura de tal o cual libro, o de cierta actividad caritativa que proyectan, se palpa en esos chavales la vida, razón y razones.

Prima la noche con su demoledor efecto de ocultamiento. Sin embargo, el calor humano, esa red tejida de afinidades que confiere toda pertenencia, hace que la llegada al hall del lugar de la presentación del libro "Los orígenes de la pretensión cristiana", de Luigi Giussani, mute en fraternidad palpada. Alguna vez oí que a eso, la gente de Comunión y Liberación, le llaman el efecto puerta. No lo sé.

Ni imaginar quisiera cuántas veces se habrá presentado este libro de don Giussani. Estoy por preguntárselo a Manu Oriol, director de la Editorial Encuentro. Este acto, con la intervención por vídeo de Julián Carrón, Presidente Internacional de Comunión y Liberación, es una excusa para tomar el pulso a la tensión vital de una de las realidades más florecientes en la Iglesia en España.

Me topo con algunos conocidos que convierten los preámbulos en materia prima para un capítulo no escrito de futuras incursiones periodísticas. Llama la atención el orden que se pretende a la entrada del Aula, quizá artificial, quizá estratégico. A medida que se llena el auditorio, en donde no cabía no diré un alma, me doy cuenta que esa apariencia de orden ha hecho posible que no se produzcan calvas en las butacas de la sala. Quizá con mejores modales lo hubieran bordado.

Busco al grupo de colegas que me acompañaron en el descenso ad ínferos, y allí están, todos en fila y animados a la espera de las palabras iniciales de Ignacio Carbajosa, sacerdote y teólogo, responsable de España, que ha revolucionado los estudios sobre el Pentateuco con un reciente libro que ojala llegue algún día a los centros de estudios teológicos. Sobriedad en sus formas para dar paso al vídeo de algo más de una hora. Una cinta que bien se podría titular "Cristo es algo que me está sucediendo ahora". Julián Carrón no ha perdido el deje madrileño-extremeño por más que viva bajo los muros de la finura del milanesado. Sigue dando la impresión de ser el mismo profesor del Seminario de Madrid que se llevaba a los chavales de calle.

El texto de su intervención sorprende al no iniciado por la metodología que, intuyo, nace de la experiencia de don Giussani. Y me sorprende esa pasión por tomar pie de la vía estética con una interpretación teológica del "Et incarnatus est", de la Gran Misa de Mozart, que ilustró el inicio de su alocución. A partir de ahí, los asistentes han dejado de respirar; sus miradas están cerradas al ruido de la historia para adentrarse más en la realidad del presente; se palpan los rostros jóvenes, mayoritarios, de serenidad, habituados a dar profundidad y a recibir profundidad en la existencia. No está mal la radiografía, pienso, de una realidad eclesial como Comunión y Liberación, que arranca el curso con un solo de belleza cristiana, mezclado de poesía de T. S. Elliot, de un momento en el tiempo que no es momento, pero que es significado para el tiempo, permítaseme la improvisada glosa.

Entonces me acordé de Benedicto XVI, que sufre la hora nuestra, también la más cercana, y la potestad de las tinieblas, y que nos está ayudando a entender la lógica del Evangelio, como hacen estos chicos de Comunión y Liberación, en esta España nuestra.

José Francisco Serrano Oceja

jfsoc@ono.com

 
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