Monseñor Celso Morga, a flor de piel

Un arzobispo nuevo para una archidiócesis no tan nueva, aunque tampoco en su estructura jurídica vieja. Monseñor Celso Morga Iruzubieta, arzobispo de Mérida-Badajoz, ha concedido una extensa entrevista a Evaristo Fernández de Vega, periodista del “Hoy. Diario de Extremadura” en la que apunta interesantes propuestas en su ministerio.

Quizá una primera prioridad de don Celso Morga es el Seminario, los seminaristas. De ahí que cuando se le pregunta por el número de seminaristas, y por la fórmula mágica para incrementarlos, responda: “Me daría con un canto en los dientes si al irme de Badajoz, en lugar de los cuatro seminaristas mayores que hay ahora, hubiese 20 o 25, ojalá fueran muchos más. Me haría realmente feliz elevar el número de vocaciones, de buenas vocaciones”.

 La clave, analizar y dar una respuesta adecuada  a las causas que están produciendo esta situación: “Estamos en una sociedad hedonista, consumista, donde cuesta todo lo que sea sacrificio. Después está el tema de la natalidad: no hay muchos hijos, con lo cual para los padres es dificultoso que un hijo vaya al seminario sabiendo que no se va a casar, que no va a tener hijos. Y debajo de todo eso está la crisis de fe que estamos viviendo. La vocación sacerdotal es exquisitamente sobrenatural, tienes que tener la fe a flor de piel para entender esa vida”.

Otra de sus prioridades: Cáritas. Y la insistencia en no abandonar a los pobres, a los últimos. “Quiero reforzar mucho Cáritas, señala el arzobispo de Mérida-Badajoz-, que tiene ese contacto con la realidad concreta de la pobreza de la diócesis. A una persona no le puedes pedir que rece si está todo el día pensando cómo dar de comer a los hijos ese día... Yo no he visto en la diócesis una pobreza vergonzante, no he visto muchas personas pidiendo, pero las estadísticas nos indican que hay mucha gente pasándolo mal, eso quiere decir que lo esconden mucho”.

Por último, un tema no pacífico, Guadalupe. Y como arzobispo de Mérida-Badajoz, la Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura. Pero ojo. Ofrece  argumentos hasta ahora inéditos. “Siendo la patrona de Extremadura, -insiste don Celso- me parece lógico que Guadalupe dependiera eclesiásticamente de una diócesis extremeña. Que no lo sea, es un poco ilógico, pero también hay algunas dificultades: la primera de ellas la histórica, porque hace mucho tiempo que depende de Toledo; y la segunda es que si pasa el monasterio a la Diócesis de Plasencia, también tienen que pasar unas 20 parroquias que habría que proveer de sacerdotes, lo que crearía un problema en la diócesis. Y también me han dicho que los habitantes mismos de Guadalupe están muy contentos donde están”.

 
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