Minimalismo interpretativo

El discurso del Papa Francisco a los obispos españoles debe ser leído con la técnica del minimalismo para no caer en el maximalismo, tentación próxima para algunos comentaristas patrios. Un discurso que, sin duda, plantea la necesidad de un cambio en el Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal Española.

            El minimalismo pasa, en primer lugar, por releer el texto que el Papa Benedicto XVI pronunciara en Valencia, también a los obispos españoles, el 8 de julio de 2006. Un mensaje  coincidente con el del pasado lunes en algunos de los temas, aunque distinto, que no distante, en el lenguaje y en los conceptos sobre los que se articulan.  Dos textos, dos contextos, dos Papas, una Iglesia en España, una única misión.

            Para empezar, es común la referencia inicial a la historia. Y en ese marco de relación entre Iglesia Católica y España, no debemos olvidar la cuestión de la unidad de la nación, en la medida en que la fe católica contribuyó a configurar los aspectos prepolíticos de esa unidad como proyecto común.

No es extraño, por tanto, que en la visita ad limina de los obispos españoles estuviera muy presente, en varios momentos, la preocupación por la pretensión independentista de Cataluña y su relación con la misión de la Iglesia.

            El siguiente tema común es la dificultad para la propuesta de fe en le presente histórico. Mientras que Benedicto XVI habla de laicismo, Francisco habla de lo mundano; por tanto, no utiliza la categoría de secularización, quizá porque pertenece a una tradición eurocéntrica. Tienen en común, por cierto, la referencia a los órdenes de la relación entre vida privada y vida pública.

            Otro tema común es el de la familia, y el matrimonio. Con mayor incidencia en lo dicho por el Papa emérito desde una perspectiva centrada en el orden natural.

Mientras que en el 2006 la tarea de los obispos era la orientación, ahora es el aliento de la misión. Se podría decir que el texto de Benedicto XVI era Teocéntrico, mientras el de Francisco lo es Cristocéntrico.

            El Papa Francisco habla no sólo con las ideas y con los titulares, también con la elección de las citas y de las palabras. Es minucioso en cuanto las prioridades que enumera, entre la que no debemos olvidar la vocacional. Una de las conclusiones de la visita ad limina parece, sin lugar a dudas, que hay que hacer todo lo posible para salir de la crisis de seminaristas por la que atraviesan varias diócesis españolas, que lo es también de formación y de conformación de las nuevas generaciones de sacerdotes.

            Es difícil , por tanto, que el mensaje del Papa Francisco sea leído, o interpretado, en clave electoral o de preferencia respecto a nombres y candidatos, dado que la tarea que se propone es una tarea común. 

 

            Un dato último, la de la recepción del texto del Papa en la prensa española. Dos periódicos han editorializado sobre esta materia: el ABC y la Vanguardia,  los más puros representantes de Madrid y de Barcelona.

Mientras que el ABC se centra en el mensaje, en el contenido, la Vanguardia vuelve con sus obsesiones de utilizar el método dialéctico. E insistir en especies periodísticas, en el editorial, tales como que “el cardenal Rouco Varela, al que no se le atribuía una sintonía especial con Jorge Mario Bergoglio antes del cónclave de marzo del pasado año, hizo…”.

Afirmación a todas luces falsa como muy puede saber quien conoce la vida del cardenal Rouco, cuyo último viaje trasatlántico fue a Buenos Aires, tierra sentida por razones familiares, en donde convivió fraternalmente con su arzobispo, Jorge Mario Bergoglio. Viaje en el que el cardenal Rouco estuvo acompañado por su obispo auxiliar monseñor Fidel Herráez. La historia...

José Francisco Serrano Oceja 


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