Luto en la comunicación de la Iglesia

El periodismo es acta de vida y también de muerte, que es tránsito a la vida plena. Las columnas periodísticas, cuando están enraizadas en la realidad, y en el sentido de lo que pasa, de lo que crea comentarios, en no pocas ocasiones se convierten en necrológicas, que son perfiles de un tiempo ya en otro tiempo.

El mundo de la comunicación de la Iglesia, y en la Iglesia, en España está de luto. Hace unos días falleció en trinitario P. Isidro Henández, quien fuera, durante no pocos años, director de comunicación de la Confederación Española de Religiosos, CONFER.

Salmantino de pro, había nacido en Vitigudino, -el campo charro imprime carácter-. El P. Isidro había trabajado, dentro de la Orden ligada a san Juan de Mata, con los inmigrantes españoles en Alemania. Pertenecía a esa generación de jóvenes sacerdotes que habían acompañado a los españoles en su exilio laboral. Allí entabló amistad con don José Sánchez, salmantino también, capellán de inmigrantes, también, y después obispo auxiliar de Oviedo y obispo de Sigüenza, además de Secretario General de la Conferencia Episcopal.

A su vuelta de Alemania, el P. Isidro estudió Derecho Canónico, pero su vocación primigenia era la Comunicación, que estudió en la Universidad Pontificia de Salamanca, dentro del Programa del Máster en Comunicación Cristiana. Un título que formó a no pocos de los gestores de la Comunicación de la Iglesia durante años.

Cuando en la CONFER le llegó la hora de la jubilación al jesuita padre Rafael de Andrés, un clásico también del periodismo y de la literatura, éste recurrió a la Universidad del Episcopado español que propuso al P. Isidro Hernández como candidato a gestionar la comunicación institucional de los religiosos. EL Padre Isidro, una vez que sus superiores aceptaron esta misión, no solo profesionalizó el gabinete de comunicación de la CONFER sino que dio un vuelco a su política informativa con criterios de profesionalidad que no siempre encajaban bien en la estructura de no pocas instituciones de Iglesia.

Posteriormente, el Padre Isidro tuvo que sufrir los avatares de una presidencia de la CONFER que parecía ir más allá de la naturaleza y fines de esta institución. La coherencia del P. Isidro Hernández, y su humildad probada, le llevaron a presentar la dimisión y a volver a las laboras pastorales y educativas de su Orden en Madrid.

Sirva pues esta columna de homenaje a un sacerdote, trinitario, comunicador, y hombre de bien, que con la sencillez que le caracterizaba, contribuyó a hacer progresar la comunicación de la Iglesia al servicio del Evangelio, y no de los intereses personales, de grupo o de cofradía. Descanse en paz. 


 
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