Lutero y los filósofos

Habermas decía que para filosofar en Alemania los católicos casi “deben hacerse como protestantes”. En esta año, durante el octavario de oración por la unidad de los cristianos ha estado muy presente la figura de Lutero. No en vano se celebra el 500 aniversario de la Reforma protestante.

Son varias las publicaciones, -desde el cardenal Kasper hasta el profesor Danilo Castellano-, que han aparecido estos días con motivo de esta efeméride. De entre varias de ellas voy a destacar una cuestión que me parece clarificadora, para saber, un poco más, de qué estamos hablando. Retomando la perspectiva de la historia de las ideas, algunos filósofos sentenciaron el fracaso de la reforma protestante como reforma religiosa.

Lessing es quizá el primer filósofo que inicia una lectura histórica de la Reforma. Kierkegaard, en su Diario, afirmó que el intento de Lutero de interiorización del cristianismo fue un fracaso. En sus últimos años de vida, quien fue luterano, señaló que el llamado “principio espiritual de la interioridad pura” se puede convertir en un “proceso peligroso como para hacer caer en el nivel ínfimo del paganismo (…), en el que se honra el libertinaje sexual como culto divino; así puede llegarse en el protestantismo al resultado de la mundanidad honrada y apreciada como religiosidad”. Cita tomada de su “Diario 1854-1855”, edición de Cornelio Fabro.

Kierkegaard, que oscilaba entre la admiración incondicionada por Lutero y su crítica radical, consideraba que el reformador era un hombre seguro de sí mismo. Aspecto de la personalidad que influyó, lógicamente, en los criterios, incluso hermenéuticos, de la Reforma.

Por cierto, no debemos olvidar el odio de Lutero a Aristóteles, “ciego e idólatra”, “muerto idólatra”, cuyas obras son “opuestas a la gracia divina y a las virtudes cristianas”, según decía de él.

De la doctrina de Santo Tomás de Aquino señalaba que es “delirante”, en particular la referida a la transubstanciación.

Curiosa crítica compartida por los pensadores que han sido calificados como gnósticos a lo largo de la historia.

Y hablando del gnosticismos, será Hegel quien desvele esta tentación en el luteranismo, o en varias de sus formas.  

Y no digamos nada Nietzsche, quien ensalzó a Lutero como reformador aunque le ponga muchos peros al significado de la Reforma en cuanto freno al proceso de transmutación de los valores iniciado por el Renacimiento, contrafigura por tanto del Renacimiento. 

 
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