Lugo y el fruto del “Año de la misericordia”

Hay obispos que ejercen su ministerio episcopal mirando a la cámara. Es decir, bajo la luz de los focos. Y hay otros que lo hacen en el silencio del corazón de la diócesis, sin más publicidad que la que acompaña al crecimiento de la semilla que se ha plantado.

Se podría decir que, en este período de la historia de frecuentes cambios de sedes episcopales, hay obispos que cuando se vandejan el boletín oficial de la diócesis menguado de páginas.Y poco más. Aunque sean destinados a sedes más altas, por ejemplo. Y otros cuyo paso perdurará a lo largo de los días.

En Galicia, hay una diócesis que no suele ser objeto de titulares en la que, sin embargo, se están produciendo algunas significativas novedades dignas de reseñar.

Por ejemplo, la llegada este curso, una vez que el Consejo Presbiteral informara positivamente, de un Seminario “Redemptoris Mater” a esa diócesis. Una apuesta que la diócesis ha entendido como un balón de oxígeno para el más inmediato presente evangelizador.

O la nueva gracia, en forma degesto,de la Santa Sede al conceder a la Catedral de Lugo el privilegio extraordinario de la Indulgencia Plenaria permanente para quienes, con las debidas condiciones, se acerquen al principal templo de la ciudad a orar ante el Santísimo.

Un fruto del Año de la Misericordia que, como dice el obispo de esa Iglesia, monseñor Alfonso Carrasco, en una breve y sentida carta pastoral de presentación de este privilegio, sirve para “iluminar algo este nexo profundo entre el perdón de las penas merecidas –la indulgencia- y el misterio de la Eucaristía”.

En un  precioso y sencillo folleto, bella y cuidadosamente editado en español y en gallego, el obispado de Lugo ha publicado el decreto de la Penitenciaría apostólica de concesión de este privilegio.

Un privilegio que se remonta al siglo XIX. En 1860, siendo obispo José Ríos Lamadrid, el Papa Pío XI concedió la gracia de la Indulgencia Plenaria “todos los meses”. En 1867, el citado obispo le pidió al Papa que la Indulgencia concedida se hiciera a favor de todos aquellos que reciban la sagrada comunión en esa Iglesia Catedral. Concesión que hizo el Papa en audiencia privada, tal y como se recoge en las actas capitulares.

Ahora, esa concesión, que había caducado en el postconcilio, se actualiza y renueva.

 


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