Intrahistoria, no metahistoria

La presentación del Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal Española 2016-2020, “Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo”, puede servir de ejemplo de análisis del caso de la teoría de la agenda temática, y social. Un agenda que discurre por tiempos autónomos y no heterónomos.

En plena semana previa a las elecciones generales, los obispos presentaron su hoja de ruta, como si su palabra en la circunstancia –ya se ve que la Iglesia es poco Orteguiana- discurriera por una vía intrahistórica, que no quiere decir metahistórica. La apuesta por la siembra en el presente, y en el futuro, que no significa salirse de la cauce de la historia.

La presión de las preguntas de los medios, en la rueda de prensa de Presentación del Plan Pastoral, para que los obispos hicieran una declaración sobre las elecciones debe dar que pensar. Y ahí se fajó el secretario general de la CEE, José María Gil Tamayo, una y otra vez.

Habrá tiempo para seguir profundizando en el texto del Plan de Pastoral. Quizá lo más significativo sea el hecho de tener en la sala de prensa de la Conferencia un plantel de obispos que sintetiza bien el presente y el futuro de la Conferencia, y del mapa eclesial español, en perspectiva episcopal.

Estaban el electo arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella; monseñor Ginés García Beltrán, obispo de momento, de Guadix; y monseñor González Montes, un fino teólogo y un más fino pensador por tanto.

Monseñor González Montes, en las respuestas a las preguntas de los periodistas, demostró que la precisión en la formulación de la palabra pública es un servicio. Precisión a través de la utilización de los conceptos adecuados que explican la realidad. Por ejemplo, el análisis de lo que significa que el consenso se haya convertido, en sí mismo, en criterio de moralidad. Y la perspectiva de la relación, como base del consenso, entre lo moral y lo legal, y la disolución de lo moral en lo legal, que no es fácilmente asimilable para la conciencia cristiana. Chapó.

No hay que perderse el capítulo de la responsabilidad de la Iglesia en la disolución de la propuesta de la moral cristiana en la sociedad. Y la conducta de los cristianos que ha dejado mucho que desear. Confesión de parte. No obstante el hecho de que la Iglesia es uno de los colectivos más sanos de la sociedad, como insistía don Adolfo. La Iglesia tiene un conjunto de propuestas que avala con la vida de los mejores hijos de la Iglesia, que se ve en clave humanista, horizontal, que está bien, pero que es insuficiente. Decir más de lo que se dice. Hermenéutica.

La mirada a las deficiencias de la sociedad es una oportunidad para mejorar, lo dijo monseñor Omella, que habla claro y con “parresía”. Y monseñor Ginés García Beltrán añade la cuestión de la credibilidad, un temazo, de fondo y de forma.

Tres tenores para presentar un Plan Pastoral que hay que leer con lupa, con detenimiento, y tener muy presente en la agenda eclesial.

 

José Francisco Serrano Oceja

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