Gerardo Fernández Albor

Los ejercicios de la memoria son siempre educativos. Es posible que ya hayamos pasado el sarampión de la metodología de la Historia sin sujeto, sólo con predicados abstractos de colectividades, tendencias y mentalidades. Lo que siempre ha fascinado es el nombre y los apellidos. Y no sobran en España los ejemplos públicos y publicados de personas y de personalidades que, con nombres y apellidos, padres, esposa, hijos, amigos, maestros y discípulos, hayan contribuido a construir el proyecto de sociedad, y por tanto, de nación. Máxime si en su verbo confesado la primera palabra es la de la fe en Dios y en Jesucristo.

Quindici editores acaba de entregar al mercado un precioso testimonio de la política concebida y conjugada como servicio. El título del libro es "Gerardo Fernández Albor. La elegancia del compromiso" y sus autores son Enrique Beotas y Sergio Casquet.

De Enrique Beotas se puede decir, entre otras muchas cosas, que es un hacedor de humanidad; un embajador de encuentros en los que la amistad teje la forma social del presente y del futuro; un periodista de raza, que se decía antes. Ahora, a modo de diccionario vital, de diccionario de ideas, de diccionario de nombres, que son vida y experiencia, nos entrega esta confesión de parte de quien fuera el primer presidente de la Autonomía de Galicia, y de quien sufriera una de las mociones de censura, promovida por desafectos de su partido, más renombrada de la historia autonómica española.

Lo que rezuma este diccionario de la vida de Fernández Albor es catolicismo día tras día, al modo de quienes viven su fe, su amor a Dios, a Jesucristo, a la Iglesia, al Papa, entre los vientos de la historia. Sabiendo dónde está el norte y dónde está el sur.

De entre el centenar de voces y nombres que provocan una respuesta, el que más blanco ocupa es Jesucristo. De él dice Gerardo Fernández Albor: "Cada día me siento más creyente. Y lo soy precisamente por el ejemplo de Jesucristo. Él me lleva a Su Padre, a Dios. (...) Estoy persuadido de que esta es la única forma de poder alcanzar una sociedad desarrolla da y libre, en la que todos quepamos sin exclusión. El mensaje de Jesucristo no puede ser más actual, digan lo que digan quienes sólo demuestren interés por mantener sus privilegios caducos e injustos".

De Benedicto XVI afirma que es "un gran consuelo para la Iglesia" y que ha conseguido que "a diferencia de lo que venía ocurriendo antaño, donde lo cristiano parecía antiguo, ahora son los ateos los que parecen gentes caducas y fuera de los tiempos".

Del cristianismo señala que "todo avanza en dirección a que el mundo acabe convirtiéndose al cristianismo" para apuntar después que "hablar de Dios no sólo no es una broma, sino la Verdad".

Y así continúan estas confesiones de parte. Y así se entiende lo que nos ha pasado, nuestra historia más reciente, la de Europa, la de España, la de Galicia. Necesitamos más confesiones como ésta.

José Francisco Serrano Ocejajfsoc@ono.com

 
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