Examen de conciencia parroquial

Las palabras del Papa en el encuentro con los obispos polacos, ya glosadas en esta columna en días pasados, dan mucho juego. No solo por el contenido, siempre aleccionador, también por la espontaneidad con las que están pronunciadas.

Quizá hubiera que titular este texto “El Papa y la parroquia ideal”. Está claro que en el imaginario cristiano todo el mundo tiene un papa ideal, un obispo ideal, una parroquia ideal. ¿Cuáles serían las características de este modelo? ¿Cómo es la parroquia ideal del Papa Francisco?

Oigamos al Papa en un elenco de defectos y virtudes parroquiales:

“Hoy, ser párroco es fatigoso: llevar adelante una parroquia es cansado, en este mundo de hoy con tantos problemas. El Señor nos ha llamado para que nos cansemos un poquito, para trabajar y no para descansar. La parroquia cansa cuando está bien planteada”.

“La renovación de la parroquia es una de las cosas que los obispos deben vigilar siempre: ¿Cómo funciona esta parroquia? ¿Qué haces? ¿Cómo va la catequesis? ¿Cómo la enseñas? ¿Está abierta?”

“Hay parroquias con secretarias parroquiales que parecen “discípulas de satanás”, que espantan a la gente. Parroquias con las puertas cerradas”.

“Hay también parroquias con las puertas abiertas, parroquias donde, cuando viene alguien a preguntar, se dice: «Sí, sí…, se acomode. ¿Cuál es el problema?». Y se escucha con paciencia, porque cuidar del Pueblo de Dios es fatigoso, es fatigoso”.

“En las parroquias —no las de barrios pequeños, sino las que están en el centro, en las grandes avenidas—, si hay un confesionario con la luz encendida, la gente va siempre. Siempre”.

“El oratorio (instituido por san Juan Bosco como centro juvenil): allí los jóvenes juegan y se habla con ellos, se da un poco de catequesis. Regresan a casa cansados, contentos y con una semilla buena.

 

“La parroquia no se toca: debe permanecer como un puesto de creatividad, de referencia, de maternidad y todas esas cosas. Y actuar en ella esa capacidad inventiva; cuando una parroquia va adelante así se realiza lo que —a propósito de los discípulos misioneros— llamo «parroquia en salida»”.

Y, por último, una advertencia: ”Una parroquia-oficina hoy no funciona".

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