Nada será como antes

El Aula Magna del seminario de Madrid se quedó pequeña pese a que es magna. Lleno hasta la bandera para escuchar al Decano de la Rota Romana, monseñor Pio Vito Pinto, decano de un tribunal, dura lex sed lex, al fin y al cabo. Lleno hasta reventar la sala. Audiencia, de pie, ilustres letrados, letradas, vicarios judiciales, adjuntos a la vicaría, notarios, estudiantes y estudiosos del Derecho Canónico. Comienza la sesión. Comparezca la entente canonística. Quizá por eso del último canon, la salvación de la almas, o la salvación del Derecho Canónico, o la salvación de ya se sabe qué.

No hacía mucho tiempo que monseñor Vito Pinto, que es incapaz de seguir los papeles de la conferencia preparada, y que tiene la virtud de improvisar ex abundantia cordis o ex abundantia “mensajes orbi et…”, había estado en ese mismo sitio hablando del pontificado del Papa Francisco. Intérprete auténtico de la mente del legislador, de la mente del Papa. No una vez y por escrito, por extensión y expansión, otras muchas, también de palabra.

De nuevo, la eclesiología de este pontificado desde la perspectiva del Motu Proprio Mitis Iudex Dominus Iesus, la primera reforma de las reformas. Donde está el principio allí está final, que diría Aristóteles.

Llegó flanqueado por los también auditores rotales Arellano y Bunge –el canonista argentino más cercano a Santa Marta-. El Vicerrector de San Dámaso, Roberto Serres, Decano de cánones y Vicario judicial. Ahí es nada. Y sobre todo, don Carlos, monseñor Osoro, mi señor arzobispo, de quien el decano de la Rora romana –tengo ya un email- dijo que don Carlos no está solo en la línea de pontificado del Papa Francisco, sino que está en la cabeza de la línea de este pontificado. En italiano lo dijo, que me sonaba a latín de ceremonia. Color púrpura de El Cairo, de Madrid, perdón...

Y comenzó la conferencia con el segundo mensaje –tengo un email-: “Se quiera o no se quiera, no serán las cosas más como antes”. En general, en particular, en activa, en pasiva, en media, en perifrástica. Silencio en la cristiandad, en la cristianía, en la sala. Se mascaba el silencio. Atención a lo móviles, a los mensajes.

A partir de ahí, contexto y textos, itinerarios, procesos, intervenciones, actores, contradictores, tesis, antítesis y síntesis de un Motu Proprio que está haciendo las delicias de la ciencia del Ius, de la gran familia canonística.

Por cierto, don Pío Vito Pinto llegó tarde a Madrid. Sub Petro et cum Petro. Los obispos, y la potestad sacramental de padres, maestros y jueces. Sobre todo jueces. Y si alguno tuviera duda, que piense si Agustín o Ambrosio sabían de Derecho Canónico, perdón , Romano quizá en ese caso.

No hubiera estado de más que don Pio Vito Pinto se hubiera acercado a la capital de España la pasada semana para intervenir en la sesión del viernes de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal. Allí sí que se armó la del Derecho Canónico entre distingos, acercamientos y distancias. Por más que el obispo de Salamanca, primus inter cánones, don Carlos López, creo, llevara preparada la exégesis canónica y se lanzara a lidiar en el campo, no charro, precisamente.

Tercer e-mail, mensaje vía electrónica. La doctrina no se toca, la indisolubilidad del matrimonio no se toca. La Iglesia sinodal, Misterio, Comunión, Pueblo de Dios, Pueblo de Dios, y, por último, y menos es menos, sociedad perfecta. Vaticano II, Juan XXIII y Pablo VI, el cardenal Martini, y, por favor, que el cardenal Ruini no haga tantas declaraciones a la prensa. Y un canonista citado sin citar, que ya sabemos a quien se refería, español que no está en España y especialista en estas materias.

 

Y, mientras, el abogado rotal que yo tenía a mi derecha, y con quien comentaba el Motu Proprio y la conferencia al mismo tiempo, no hacía más que ponerse nervioso y moverse en la silla, que no mover la silla de cambio de normativa. Nada de proceso administrativo, juicio, eclesial y social, reforma. L salvación de las almas. El derecho de la misericordia, también canónico.

“Se quiera o no se quiera, no serán las cosas más como antes”. Tan claro, don Pio, como la vida misma.

Me encanta. Voy a ver si termino las cuatro asignaturas de la licenciatura en Cánones que me faltan…


José Francisco Serrano Oceja

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