Dar cancha a monseñor Iceta

En la nota de prensa de los trabajos de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, el secretario portavoz dejó claro que los obispos, ante la nueva propuesta de ley de la eutanasia, “se adhieren a la Nota de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida ante las iniciativas legislativas sobre la eutanasia y el suicidio asistido que se hizo pública el 21 de mayo, después de que el Congreso de los Diputados aprobase la admisión a trámite la citada Ley”.

El valor de lo que dicen los obispos no depende solo de quien lo diga y de la naturaleza del organismo que se pronuncia. El valor primero radica en la verdad que expresa la cuestión en sí.

Es decir, la enseñanza –antes se diría, el magisterio- de la Iglesia sobre la eutanasia está clara. Aunque haya por ahí algún teólogo de los nuevos ámbitos áulicos, que son los medios, que parece no lo tiene claro.

Por tanto, lo dicho antes sirve para lo que hay que decir ahora, máxime en este momento en el que no se quieren conflictos externos en las cuestiones que no hace mucho se consideraban principios no negociables. Remito a la intervención de Benedicto XVI en unas jornadas de estudio sobre Europa organizadas por el partido popular europeo, de 30 de marzo de 2006. 

Allí decía que “por lo que atañe a la Iglesia católica, lo que pretende principalmente con sus intervenciones en el ámbito público es la defensa y promoción de la dignidad de la persona; por eso, presta conscientemente una atención particular a principios que no son negociables. Entre estos, hoy pueden destacarse los siguientes: protección de la vida en todas sus etapas, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural (…)”.

La nota del 21 de mayo de la Subcomisión de Familia y Vida tiene la cualidad de ser un texto alentado por un obispo, el de Bilbao, monseñor Mario Iceta, que trabaja a fondo las cuestiones sobre las que tiene que promover pronunciamientos públicos. Es una nota tanto técnica como teológicamente clara, distinta, que va al grano y que, en no mucho texto, ofrece un discernimiento moral clarificador.

No estaría de más que, dado que existe este antecedente de declaración de esta Subcomisión, por cierto, que no llega a ser Comisión, se le diera más cancha a monseñor Iceta ante otras cuestiones claves de la actual configuración moral de la sociedad española, en lo referido a aquellos principios. Por ejemplo, en los temas antropológicos relacionados con la sexualidad, leyes LGTBI y demás familia...


 
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