Cuba, antropología contra ideología

La primera etapa del viaje ha culminado con un ruido de fondo que quizá no nos permita escuchar con nitidez los mensajes del Papa. Un ruido provocado por la colisión de agendas temáticas. En gran medida, el ritmo de los medios está influido por la agenda temática de la política y de la instrumentalización.

La política se hace ahora en la propuestas de agendas, en la confrontación de agendas y en la imposición de agendas. El Papa Francisco no fue a Cuba a derribar el régimen de Castro sino a alentar el camino de la reconciliación a través de la predicación del Evangelio. 

Otra cuestión son las consecuencias que tiene la predicación, y esa necesaria libertad que la Iglesia construye día a día. ¿Acaso los medios, los políticos, los procesos, tienen que marcar la agenda del Papa? ¿Dónde queda el criterio prudencial que siempre depende de quien toma la decisión, no de los que se ven afectados por ella? Es hora, por tanto, recodar algunas ideas interesantes que han estado en el argumentario del viaje.

En la homilía del domingo de la Plaza de la Revolución, el Papa Francisco señaló que “el servicio no es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas” y alertó de los “proyectos que puedan resultar seductores, pero que se desentienden del rostro del que está a su lado”.

En la celebración de las vísperas, en la Catedral de La Habana, insistió en que “hay un lugar privilegiado para el sacerdote, donde aparece ese último, ese mínimo, el más pequeño, y es el confesionario. Y ahí, cuando ese hombre o esa mujer te muestra su miseria, ¡ojo!, que es la misma que tenés vos y que Dios te salvó, ¿eh?, de no llegar hasta ahí. Cuando te muestra su miseria, por favor, no lo retes, no lo arrestes, no lo castigues”. Y añadió: “No se cansen de perdonar, como lo hacía Jesús. No se escondan en miedos o en rigideces”.

El Papa Francisco es el Papa de la amistad social. Un amistad que se construye desde una adecuada concepción antropológica. La antropología contra la ideología. De ahí que en le encuentro con los jóvenes, en el Centro cultural Padre Félix Valera, insistiera en que “la enemistad social destruye. Y una familia se destruye por la enemistad. Un país se destruye por la enemistad. El mundo se destruye por la enemistad. Y la enemistad más grande es la guerra. Y hoy día vemos que el mundo se está destruyendo por la guerra. Porque son incapaces de sentarse y hablar: “bueno, negociemos. ¿Qué podemos hacer en común? ¿En qué cosas no vamos a ceder? Pero no matemos más gente”. Cuando hay división, hay muerte. Hay muerte en el alma, porque estamos matando la capacidad de unir. Estamos matando la amistad social. Y eso es lo que yo les pido a ustedes hoy: sean capaces de crear la amistad social”.

Y, por último, destacaría que en la homilía en el Santuario de la Caridad del Cobre, el Papa recordara que “el alma del pueblo cubano, como acabamos de escuchar, fue forjada entre dolores, penurias que no lograron apagar la fe, esa fe que se mantuvo viva gracias a tantas abuelas que siguieron haciendo posible, en lo cotidiano del hogar, la presencia viva de Dios; la presencia del Padre que libera, fortalece, sana, da coraje y que es refugio seguro y signo de nueva resurrección. Abuelas, madres, y tantos otros que con ternura y cariño fueron signos de visitación, como María, de valentía, de fe para sus nietos, en sus familias”.

 
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