Los otros temas de la Asamblea Plenaria

Según la Nota oficial de clausura, con su habitual estructura y tono, se aprobaron los siguientes documentos, que, ciertamente, no son objeto de un inusitado interés informativo: las Normas básicas para la formación de los diáconos permanentes en las diócesis españolas, presentado por la Comisión Episcopal del Clero; y el Reglamento sobre las Fundaciones canónicas docentes para ampliarlo a las socio-sanitarias, asistenciales y otras. Aunque éste último tiene su miga por el hecho de que no pocas instituciones de Iglesias han apostado por esta personalidad jurídica para no pocas de sus actividades, y no solo por los beneficios de la legislación fiscal. Es importante aquí la continuidad en el cumplimiento de los fines de las Fundaciones.

Hubo, con la aprobación de los Presupuestos de la Conferencia, una especial presencia de lo institucional. Muestra de ello fue el debate sobre la normativa laboral de quienes trabajan en las diócesis o en las instituciones de la Iglesia. Una cuestión que tiene referentes en la legislación europea, particularmente en la alemana, y que contribuiría decisivamente a conformar una cultura del trabajo dentro de la Iglesia. Una propuesta legislativa que, a  priori, habrá que ensamblar en la legislación civil y que incluiría los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

Y, cómo no, de nuevo, ha aparecido en la Asamblea Plenaria, además de las cuestiones referidas a la situación política, económica y social, el tema de los medios de comunicación, particularmente los de la Iglesia. El hecho de que los obispos catalanes hicieran público en el comunicado final de su última reunión, o Asamblea, una referencia a Canal 13, la televisión de la Iglesia, ha tenido sus reflejos en esta reunión.

Algunos prelados catalanes aprovecharon la oportunidad para volver a expresar sus quejas sobre la programación de esta televisión, y por la forma en que, según ellos, se está abordando la cuestión de la independencia propugnada por Artur Mas.

Un debate fructífero y que ha permitido, una vez más, a los obispos españoles afrontar uno de las patatas calientes de la presencia pública de la Iglesia en la sociedad, en la clave del ejercicio de la libertad interna y externa, y en la de una práctica profesional autónoma que está relacionada con el modelo de programación elegido.

Una cuestión que dará mucho que hablar y que se aborda con la experiencia, personal e institucional, de los éxitos y fracasos anteriores. 

José Francisco Serrano Oceja


 
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