Burgos, Toledo y Roma

El ritmo en la vida de la Iglesia hace que, en no pocas ocasiones, las noticias de las diócesis se acumulen en la bandeja de salida periodística, en espera. Nuestro tiempo es un mosaico de informaciones varias que dan color a un collage no siempre identificable y no siempre perceptible en su sentido.

Pongamos como referencia tres noticias sobre cómo se articula el inicio de curso en la Iglesia: Un Plan pastoral, el encuentro de un obispo con sus sacerdotes y la palabra siempre alentadora del Papa a los catequistas. Actores, todos ellos, del día a día.

Comencemos por Burgos. Allí, su arzobispo ha presentado el Plan diocesano de pastoral, “Discípulos misioneros”,  para los próximos cuatro cursos. En su intervención, monseñor Fidel Herráez ha insistido en que un Plan pastoral “no se hace por conveniencia o por quedar bien, sino que es necesario y conveniente para que demos juntos sentido a este momento que nos toca vivir desde la Buena Noticia de Jesucristo”.

El proyecto pastoral vendría a ser como una “hermosa melodía quetodos juntos debemos interpretar, cada uno con su partitura y con su instrumento”, pero “siendo conscientes de que debemos tocar todos juntos la misma canción”.

Vayamos a Toledo. Monseñor Braulio Rodríguez Plaza se ha reunido, durante esta pasada semana, con los sacerdotes de la diócesis. El objetivo erarezar juntos ypresentar la nueva Carta Pastoral del Arzobispo. Un extensoescrito con el tema “Conocer las Escrituras es verdadero alimento y verdadera bebida”.

Don Braulio ha explicado que con este texto desea “invitar a todos a que tengamos hambre de oír la Palabra de Dios, que nos dispongamos a mirarla con ojos nuevos, para reconocer lo que nuestro Señor ha querido manifestarnos en orden a nuestra felicidad, a nuestra salvación”.

Para el arzobispo de Toledo, desconocemos la Biblia. “Nuestra cultura no es bíblica –apuntó el arzobispo- y el número de los que no leen y, por ello, no conocen la Biblia es muy grande entre nosotros”. “Los cristianos españoles somos en Europa los que menos leemos la Sagrada Escritura”, concluyó.

Y, para cerrar este comienzo, el Papa Francisco, a los catequistas, el pasado día 25: “Estamos llamados a no hacer alarde de apariencia y a no buscar la gloria; ni tampoco podemos estar tristes y disgustados. No somos profetas de desgracias que se complacen en denunciar peligros o extravíos; no somos personas que se atrincheran en su ambiente, lanzando juicios amargos contra la sociedad, la Iglesia, contra todo y todos, contaminando el mundo de negatividad. El escepticismo quejoso no es propio de quien tiene familiaridad con la Palabra de Dios”.

Buen curso. 

 


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