Argumentos para dar la vida

Pese a la intensa lluvia, y al no menos intenso frío del sábado, en el Pabellón Multiusos de la Casa de Campo, antes Madrid Arena, escenario de la memoria de la muerte, se inauguró el pasado sábado una singular iniciativa de las diócesis de la provincia eclesiástica de Madrid, el festival familiar Dalavida. 

            Allí estaba para dar el pistoletazo de salida monseñor Juan Antonio Reig Pla y así inaugurar un fin de semana de celebración de la alegría de la familia.

La familia, el matrimonio, la vida, son los temas que nuestra época nos han dado a pensar y a vivir. La sociedad manifiesta un nuevo interés por la familia, después de la revolución sexual y de los efectos que ha producido en las conciencias.  Sin embargo, esta obligación de vivir y pensar la familia se encuentra con los obstáculos de la neutralidad ética y del predominio en la opinión pública de las imágenes deformadas de la familia, principalmente a través de las series, o técnicamente, comedias de situación.

            Por eso es importante que la expresión de la naturaleza de la familia salga de los límites del hogar y se exprese, en su multiplicidad de formas, naturales y culturales, en la plaza pública, en los templos laicos del ocio y de la configuración del tiempo libre.

            El fin de semana tuvo un marcado carácter cultural, en el que reconjugaba la palabra, el testimonio, con la reflexión y las formas culturales postmodernas, performance, música, vídeo. La intervención de un grupo de profesores que en Madrid están trabajando sobre las razones y los argumentos de la viabilidad social de la familia, María Lacalle, Elio Gallego, Oscar Vara y Mónica López-Barahona, se unió en un singular festival en el que la estrella fue el rap.

Paradójicamente se está produciendo en estos momentos una eclosión de grupos de ese música, y cultura, callejera, el rap, de origen y contenido cristiano, que están haciendo furor en los grupos juveniles de no pocas parroquias. En el festival se pudo comprobar el auge de este curioso fenómeno.

            En este predominio del triángulo virtuoso de lo humano, matrimonio, familia y vida, la cuestión de los argumentos no es menor. De ahí que monseñor Juan Antonio Reig Pla señalara, de forma provocativa, en el inicio del fin de semana, que “ya no se trata de dar argumentos a favor de la vida. Están todos dados. No hay ningún argumento para justificar la destrucción de la vida humana” y, por eso, la empresa ahora es “ganar los corazones. La batalla entre la vida y la muerte ya no se decide con argumentos sino en los corazones”.

José Francisco Serrano Oceja


 
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