Se puede reaccionar (y II)

Objección de conciencia de la eutanasia.
Objección de conciencia de la eutanasia.

Decíamos que jugar con las palabras no es resolver crucigramas sino un ejercicio peligroso al que algunos se dedican desde hace tiempo.

Leyes inadmisibles

La ley de aborto sigue encontrando oposición en la mayoría silenciosa de los ciudadanos, y otro tanto sobre la ley de la eutanasia. Mientras muchos trabajamos a diario por hacer progresar la sociedad, otros se dedican a jugar con las vidas ajenas, con las leyes, los decretos, y las declaraciones lanzando mentiras a la cara sin inmutarse, pues cuentan con la colaboración de poderosos medios de comunicación afines, que configuran una y otra vez la opinión pública, pero también amparados por la inmunidad del poder que intenta acallar la disidencia.

Con estas leyes de protección de los animales se está librando la batalla sobre la condición humana. Intentan elevar tanto a los animales hasta igualarlos a los hombres: proteger a una rata o una zorra mientras se impulsa el aborto de casi cien mil criaturas al año en el seno materno. Las disposiciones, las leyes, y la opinión pública dominada se orientan a minusvalorar a las personas, a los desfavorecidos, a los discapacitados (personas con capacidades especiales), y a los hombres como culpables de violencia machista.

Un matrimonio que pasa por mal momento, una imposición indebida, unas palabras malsonantes, o un marido sin trabajo, son causa suficiente para que la mujer lo denuncie como maltratador. Según la ley es culpable mientras no demuestre lo contrario, y eso lleva tiempo, dinero y una fortaleza sobrehumana. Así están las cosas: la supresión del principio de inocencia sin demostración alguna.

Una breve encuesta a universitarios con propuestas para debatir en clase muestra la desorientación de los jóvenes en los temas capitales de la antropología, pues se inclinan a tratar temas candentes en la opinión pública. Por ejemplo, por orden de preferencia les interesa debatir - lo cual no quiere decir que estén de acuerdo- sobre: monarquía o república; pena de muerte sí no; legalizar o no las drogas; educación pública versus educación privada; igualdad entre el hombre y la mujer. Lo que menos les interesan son otras cuestiones importantes como: conciliación entre vida familiar y trabajo; cesión de soberanía a Europa; emancipación de los jóvenes del hogar familiar; independencia o politización de la justicia; el estado de las autonomías; el derecho de huelga; los defectos del sistema democrático.

Ideología de género

Construir un edificio es laborioso y destruirlo es fácil con unas cargas de dinamita. Construir un matrimonio lleva tiempo, conocimiento, amor y proyecto de vida con generosas cesiones por ambas partes; destruir un matrimonio se puede hacer con mucha facilidad.

Entender y aceptar la dignidad del ser humano ha llevado siglos, con sangre, sudor y lágrimas. Y ahora los nuevos maestros de la distopía van destruyendo las normas humanas de convivencia: el objetivo es sustituir la armonía por el desorden, el derecho por unos decretos poco democráticos, la caridad por el odio. El esquema marxiano de enfrentamiento entre clases sociales ha evolucionado como superioridad moral de la izquierda frente a la corrupción de la derecha. Y silencian las corrupciones propias como las antiguas en Andalucía y las actuales en Canarias y diputados del Congreso.

 

La apropiación de los medios de producción se ha sustituido por el control de la comunicación. Pero no olvidan lo más importante que es la deconstrucción de la familia, estableciendo dieciséis formas de unión; la deconstrucción del matrimonio considerado como alienación machista; y también la deconstrucción de la fe cristiana minando el prestigio moral de la Iglesia católica, de los sacerdotes y de las religiosas.

La ideología de género sustenta todo el entramado para cambiar la sociedad, para animalizar a los jóvenes con la pornografía, y para eliminar a los ancianos con la eutanasia. Esta ideología está omnipresente en las series, las películas, las novelas, las continuas noticias sobre violencia de género, y la expansión en las redes. También son cargas de profundidad aplicadas en los libros de texto, publicaciones y conferencias. Se trata de un magma de referencia en el que caben muchas cosas: la elección de sexo según la propia voluntad, abandonando su condición natural; el empoderamiento de la mujer imponiendo cuotas a todos los niveles; y la guerra de los sexos.

¿Será posible frenar esta deconstrucción social? No seríamos humanos si no confiáramos en nuestras propias fuerzas, en los valores humanos, en los principios inmutables, en hablar y actuar con la fuerza de la verdad y con la esperanza cristiana.

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