Héroes discretos
No viven sólo en las novelas sino que están con nosotros en las calles, en los trabajos y en las familias. Sin embargo no abundan en nuestro mundo, porque la heroicidad no se comprueba en la mayoría de los mortales. La heroicidad de que hablo se encuentra como un tesoro escondido al conocer y tratar a determinadas personas, hombres y mujeres, iguales a los demás aunque sobresalen muy por encima por sus virtudes excepcionales y habituales. Para virtudes normalitas o actos generosos aislados ya estamos los demás mortales. Pero los héroes discretos que a veces encontramos tienen un nivel de excelencia que sorprende, atrae y admira.
Paco Olea
Me viene a la mente esta reflexión a propósito de un amigo, por no decir que un hermano, que ha fallecido recientemente en La Coruña con sesenta años cumplidos, nada más. Se llama Francisco Javier Olea, Paco, para los que le han tratado.
Su tarea principal en la vida desde joven cuando conoció el Opus Dei ha consistido en poner el corazón en el suelo para que los demás pisen blando como decía San Josemaría Escrivá. Tenía un don de gentes excepcional que le ha granjeado la amistad de miles de personas que ahora lamentan su pérdida pero no estas desconsolados, porque Dios premia con el Cielo a quienes han vivido para los demás.
Su testimonio de hombre de fe fluía con naturalidad en la conversación para consolar a un padre que ha perdido a un hijo, para fortalecer a un marido desorientado, o para dar esperanza a un joven descentrado. Todo mientras se tomaba una cerveza y fumaba un pitillo. Siempre apelando a la Providencia del buen Dios que habla bien alto en nuestros dolores para subirnos a otra lógica superior donde está la felicidad, pues las rosas tienen espinas.
Los héroes no nacen
Paco Olea ha sido un hombre muy rezador, un pesado con Dios para conseguir favores para sus amigos, y podía hacerlo porque era un hombre de oración de la mañana a la noche para cultivar emocionado la amistad de Jesucristo. Paco ha empleado su capacidad humana en la formación de muchos jóvenes, ha dirigido varios clubes universitarios, centros de orientación familiar, en Granada, Sevilla, Madrid, y finalmente en La Coruña. Decía a veces que su trabajo consistía en buscar dinero porque los directores del Opus Dei han confiado en él para promover y gestionar varias empresas educativas o de formación que están beneficiando a miles de alumnos y jóvenes, como el colegio Andel de Alcorcón, en Madrid, o Peñarredonda en La Coruña.
Los héroes discretos no nacen sino que se hacen cuando centran su gran corazón y sus talentos al servicio de la sociedad, es decir, persona a persona, pues saben estar a la vez en lo cotidiano y en las grandes aventuras humanas. No hace falta exagerar cuando mueren pues su excepcionalidad humana se ha visto en la convivencia diaria al descubrir su toque de gracia que soluciona un problema humano con sólo un abrazo cuando a los demás nos cuesta siglos de penosas cavilaciones. Paco Olea ha comprobado ya que Dios es buen pagador y que los hombres somos agradecidos a quienes han vivido en con los pies en la tierra y la cabeza en los cielos.
Jesús Ortiz López
Dcotor en Derecho Canónico