Flores y calabazas

En el fondo y desde la noche de los tiempos los hombres sentimos la necesidad de saber qué hay más allá de la muerte. El culto a los difuntos es muy humano pues, sometidos a la muerte, nos resistimos a aceptar que no haya nada después. Pues aun los más descreídos se sienten libres como pajaritos pero rechazan ser cazados y extinguidos definitivamente. Por eso hay tumbas, pirámides y cementerios católicos.

Una encuesta hecha por Radio Clásica, de RNE, sobre la aceptación del día de Todos los santos o del Halloween daba como resultado una notable mayoría a favor de la fiesta celebrada cada año por los católicos. Por ello las peticiones de los oyentes de esta radio se han decantado por la Sinfonía Fantástica de Berlioz, el Réquiem de Mozart, o la Pavana para una infanta difunta. No en vano las gentes cultas saben apreciar más la música clásica que las ruidosas piezas raperas. Prefieren las flores a las calabazas.

 
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