Estrés social

Muchas voces autorizadas vienen manifestando con serenidad que la crisis social es una crisis moral, y que nada se resuelve señalando a los corruptos, pocos entre tantos buenos políticos y empresarios.

Ya es hora de que cada uno analice su propia honradez en sus trabajos, en sus negocios, y en su mundo familiar. No vaya a ser que haya tanta viga en el ojo propio como en el ajeno. Por eso resultan oportunas las intervenciones del pensador Gomá destacando la importancia de lo que llama “la ejemplaridad pública”, que implica la privada salvo para los partidarios del desdoblamiento de la personalidad.

La sociedad española lleva años sometida a un fuerte estrés que empezó antes de la crisis económica, gestada en tiempos de González –España no la reconocería ni la madre que la parió, Guerra dixit- y multiplicada en tiempos del deletéreo Zapatero.

La efervescencia de Podemos es fruto de esa crisis social que pesca en río revuelto, y le conviene que siga así por un tiempo, hasta que se haga con el poder: educación, cultura, ayuntamientos. Y naturalmente presión sobre la Iglesia para empobrecerla y arrebatarle si puede el corazón de los jóvenes. Porque esos sí que saben dónde están los resortes, algo que absurdamente ignora la derecha cegata para la cultura. Se demuestra ahora con la sangría de votos perdidos por su falta de lealtad con los ciudadanos en su compromiso en defensa de la vida; ya antes demostró su falta de decisión para hacer una ley de educación sin complejos, que supere las décadas del desastre educativo socialista.

Como ha escrito el historiador García de de Cortázar, «Podemos es una mezcla de desesperación y utopía que ha desarrollado tantas veces las formas más corrompidas de populismo contrario a la libertad». No es pues resultado de una mejora en la capacidad crítica de los españoles sino de la pereza intelectual y de la pérdida de valores morales, empezando por la justicia, la honradez y el trabajo como servicio.

El vitalismo irracional que subyace en Podemos ya dio sus frutos amargos en extremismos como el comunismo bolchevique o el nazismo; ahora se lleva el populismo bolivariano y español, que tanto da. En definitiva el nihilismo nada construye y deja la sociedad colgada o caída ya en el abismo, del que cuesta salir más de una generación. Que lo piensen los entusiastas de la coleta si encuentran tiempo para leer y reflexionar sobre la historia real. Firmaré con seudónimo por si ellos llegan al poder y escarban en los medios que vienen practicando la libertad de expresión.



 
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