Escandalitos

Todo ocurrió en la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II cuando un centenar y medio de personas VIP siguieron la celebración desde una azotea y comieron después en el mismo lugar. Veo las fotografías y me sorprendo que causen escándalo porque son mesas y sillas típicas de terraza y las bandejas del bufé son las habituales en estos casos, más bien escasas.

Me pregunto si los escandalizados no habrían acudido felices a la terraza si hubieran sido invitados. Ocurre muchas veces en los aledaños de la Plaza de San Pedro para tantas celebraciones y cada uno busca sus apaños para ocupar un buen sitio y darse postín como VIP. No digamos en las reuniones de los partidos políticos o de los colegios profesionales pagados por ellos y no por patrocinadores.


Me paree que este suceso no merece el resalte y el escándalo que pretende L’Espresso y quienes desorbitan la celebración. Los profesionales, la opinión pública, y en definitiva la sensatez de los ciudadanos deberíamos ignorar olímpicamente estos escandalitos devenidos en escándalos manipulados al servicio quizá de turbios intereses.


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Detenida en Madrid una kamikaze borracha y
con un kilo de cocaína en el maletero

 

Otra cosa bien distinta es que el Papa Francisco esté disgustado porque se administre la Comunión sin la debida reverencia que requiere el Santísimo Sacramento. Y aquí tienen su grave responsabilidad los monseñores, sacerdotes y files para no maltratar la Eucaristía, en una terraza, en una capilla o en un templo. Esto sí nos escandaliza pero no las escandalitos artificiales creados para manchar a la Santa Sede.


Jesús Ortiz López