Ojo a lo que dice el cardenal Scola

Cardenal Angelo Scola.
Cardenal Angelo Scola.

El cardenal Angelo Scola acaba de escribir un nuevo prólogo, a la edición de su libro autobiográfico, que no debe pasar inadvertido. Es, probablemente, uno de los más interesantes textos sobre la situación actual de la Iglesia, sobre sus fortalezas y debilidades, sobre los riesgos, que se ha podido leer últimamente.

Son muchos los aspectos de los que habla el cardenal Scola con esa libertad de los hijos de Dios en el justo retiro de su ministerio oficial. Por cierto que el escrito arranca con dos preguntas claves: ¿Decadencia de la Iglesia católica? ¿En qué momento se encuentra, entonces, la Iglesia católica?

Daría para una serie de artículos. Tanto lo que dice como los comentarios que sugiere. Me voy a fijar en una referencia a partir de la pregunta: ¿Amenazada por un cisma?

Y como, por desgracia, no tenemos aún una edición impresa, o digital, de este escrito, me van a permitir los lectores que les reproduzca aquí íntegra la respuesta a esta pregunta. Fíjense en el ejemplo de lo que está pasando en Alemania.

Les dejo con el cardenal Scola, en una versión traducida autorizada, y perdón por su amplitud:

“No falta quien delinea escenarios oscuros para la Iglesia, pues estaría amenaza por un cisma. Me preocupa que las polémicas y las divisiones sean cada vez más ásperas, incluso a expensas de la verdad y de la caridad. No percibo el riesgo de un cisma, sin embargo sí temo un movimiento de retroceso. A cuantos consideran que la Iglesia está muy atrasada, puedo decirles que, más bien, es ahora cuando estamos volviendo hacia atrás y, precisamente, hasta el momento del debate posconciliar entre conservadores y progresistas. Veo que está renaciendo una contraposición de tonos exagerados entre los guardianes de la Tradición, entendida con rigidez, y los partidarios de lo que se quería una adecuación de la praxis, pero también de la doctrina, a las instancias mundanas.

Para los primeros lo que provocaba la hemorragia de fieles eran las innovaciones introducidas después el Concilio, para los segundos, en cambio, la causa principal para separarse de la Iglesia era su insuficiente respuesta a las expectativas de la sociedad. De estas dos visiones opuestas, que vuelven a explotar en términos más radicales, se deriva en gran parte el estado de confusión en el que hoy viven muchos católicos y no solo los fieles sencillos. Y esto me llena de tristeza, porque durante los años de mi ministerio episcopal me había parecido percibir que se superaba esta contraposición estéril, y que se daba una sincera voluntad de diálogo pero, sobre todo, una renovada capacidad para trabajar juntos en los distintos ámbitos de la comunidad eclesial y del compromiso social, más allá de etiquetas facciosas viejas y desgastadas. Desgraciadamente, hoy tengo que constatar que ese camino no solo se ha interrumpido, sino que se está dando marcha atrás y velozmente. El “itinerario sinodal” que ha iniciado en la Iglesia católica alemana me parece el ejemplo más evidente y desconcertante de esta vuelta hacia atrás, con su intento de discutir y aprobar, en sede local, de manera vinculante, decisiones, también de carácter doctrinal, que pueden ser tomadas solo en el ámbito de la Iglesia universal. Pero el Espíritu no se deja aprisionar en las lógicas de partidos, como hemos podido ver en la recientísima exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonia”.

Cardenal Scola dixit.

           

 
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