Los obispos están en racha

Mario Iceta, arzobispo de Burgos.
Mario Iceta, presidente de la Subcomisión de Familia y Vida.

Magnífico documento éste dedicado a acompañar el final de la vida de las personas, por no decir sobre la eutanasia y el suicidio asistido. Y lo digo en positivo porque hay quienes, dentro de la Iglesia, han comprado la mercancía de que en temas morales –que son antropológicos- parece que siempre se habla en forma negativa, condenatoria, inquisitorial, casi apocalíptica. Estar más atentos a lo que dicen de nosotros que a lo que tenemos que decir nosotros tiene un precio.

Si he de serles sinceros, creo que el problema hoy no es que se hable de forma negativa, es que no se habla. Quizá quienes afirmen eso utilizan ese argumento para no hablar de lo que hay que hablar. Por cierto, que es de lo que habla casi todo el mundo.

Me gustaría saber si, por ejemplo, se han asomado a las series de ficción para analizar los problemas morales, y antropológicos, que se están planteando. A estas alturas de la historia, incluso de la evolución de la antropología y de la teología moral de la Iglesia, el horizonte de la condena, la perspectiva de lo negativo como articuladora del discurso público, ha caducado hace mucho tiempo.

Es cierto que hay que hacer un esfuerzo de lenguaje para determinados canales de transmisión. Quizá la creatividad no es lo que predomine. Pero esto no quiere decir que se tenga, en cuestiones básicas que afectan a la experiencia humana, que mantener el mutis por el foro, cultural, social y personal. A veces es tan importante la argumentación como el lenguaje. Siempre lo es la presencia elocuente.

Digo que muy bueno el documento “Sembradores de esperanza” tanto en lo oportuno del contexto como del texto. Claro, sencillo, comprensible, no sé si un poco largo, con una evolución y una lógica interna, con continuidad en el magisterio, y con realismo, que es la clave.

Realismo que implica que se habla y se escribe de lo que se sabe y no de lo que cuentan y dicen otros. En esta cuestión de acompañamiento del final de la vida, de pastoral de la salud, hay en la Iglesia mucha experiencia acumulada como para que no se hagan bien las cosas.

Y yo me pregunto, si se pueden hacer textos sobre cuestiones socialmente debatidas, que son protagonistas de la opinión pública porque responden a un proyecto cultural a través de la imposición legislativa, por qué no se pueden abordar otros temas. ¿Por qué no abordar las cuestiones que interpelan a la conciencia cristiana en el presente de España? Les pongo un ejemplo quizá llevándolo al extremo para que quede claro: lo referido a la atención pastoral según la condición sexual de las personas, por decirlo finamente.

Claro que ahí no solo está la dificultad de tener las idas claras sino de ser proféticos. Ah, y de ser conscientes de que nos enfrentaríamos a los potentes lobbies de turno. Pero quizá haya que pensarlo. Porque tarde o temprano alguien tendrá que decir algo. Experiencias de ruido sobre esa materia ya se han tenido bastantes. Podríamos decir que los obispos ahora están en racha, ánimo. Mucho ánimo.

 
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