La corazonada de Getafe

El obispo Ginés García Beltrán en la apertura de la Puerta Santa
El obispo Ginés García Beltrán en la apertura de la Puerta Santa.

Dijo no hace muchos días en Madrid monseñor Ginés Beltrán, obispo de Getafe, que hay que saber interpretar los silencios de la Iglesia y las palabras de la Iglesia.

Es cierto que se refería al contexto actual de la relación entre silencio-discurso. Pero es una afirmación que me sirve, sin duda, para destacar lo que don Ginés está haciendo en su diócesis, ahora que han abierto la puerta santa jubilar en el centenario de la Consagración de España al Corazón de Jesús. Por cierto con la ayuda silente del obispo auxiliar, monseñor José Rico Pavés.

Tengo para mí que monseñor Ginés Beltrán es un obispo de gran valor dentro de una generación episcopal emergente, o viniente por ser orteguianos. Un obispo apasionado de Pablo VI, de Juan Pablo VI, de Benedicto XVI, del Papa Francisco, es decir, sin hiatos, que sabe interpretar el significado de este pontificado y la novedad que representa.

Por más que algunos se empeñen en pensar que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús es algo del pasado –afirmación que nunca haría un discípulo de la tradición espiritual jesuítica-, nada hay más moderno que la dimensión divina y humana, carnal, del corazón de Cristo. Una referencia antropológica indiscutible en un mundo de redefinición de lo humano, entre otras razones por el apósito de la segunda naturaleza biotecnológica.

Muestra de ello es la corazonada de esa Iglesia y el programa de actos que ha preparado para este Año Jubilar. Un impulso del corazón cristiano de una Iglesia viva, que mira al futuro.

De ahí las palabras del obispo de Getafe en el acto de apertura de la puerta santa del Año Jubilar. Dijo don Ginés que “no es nuestra intención mirar al pasado con estéril nostalgia, pero sí con agradecimiento, con un corazón agradecido por los beneficios que por siglos hemos recibido del Señor, y que en nuestra España se han traducido en frutos de santidad: santos confesores de la fe, santos maestros orantes, santos misioneros, santos mártires, santos de la caridad”.

Por cierto, la ceremonia, que presidió el Nuncio Apostólico de Su Santidad, monseñor Renzo Fratini, al que acompañaban un nutrido grupo de obispos, entre ellos el cardenal Rouco Varela, único cardenal presente en el acto, fue una sencilla preciosa liturgia de religiosidad sincera, también popular.         

En un momento en que no parece que haya muchas iniciativas eclesiales que alienten el espíritu del discipulado misionero, esta de Getafe, con un programa de actos completo, bien merece la atención y el atento seguimiento.

 
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