Invierno vocacional

Jornada Sagrada Familia Navidad.
Jornada Sagrada Familia Navidad.

No lo digo yo. Lo dicen los obispos de la “Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la vida”.

Por cierto, que eso de defensa de la vida podría ser solo vida, “para la familia y la vida”, entre otras razones porque lo mismo que se defiende la vida habría que defender la familia, por no decir que defendiendo la familia también se defiende la vida y defendiendo la vida también se defiende la familia.  

Pero vayamos al grano. Dicen los obispos en su mensaje para el día 30 de diciembre de 2022, Jornada de la Sagrada Familia, que “en estos momentos en los que atravesamos un invierno vocacional, no solo en referencia al sacerdocio y a la vida consagrada, sino incluso al matrimonio cristiano, estamos convencidos de que buena parte de esta crisis está producida por la pérdida de la cultura vocacional, ese “humus” en el cual el planteamiento de la vida como vocación resulta algo normal”.

Clavado. Lo han dejado clavado. Magnífico diagnóstico, pero ¿qué propuestas ponen sobre la mesa? En los últimos tiempos da la impresión de que la prioridad vocacional no cotiza al alza. En el supermercado de las prioridades eclesiales, la vocacional, en sentido amplio, y la específica al sacerdocio y la vida consagrada y al matrimonio, no se percibe que vivan en la tensión adecuada.   

Me gustaría saber, para no hablar de percepciones, en cuántos grupos sinodales ha aparecido esta preocupación y cómo se ha articulado argumentalmente. Veremos el final del camino, las propuestas finales y los documentos conclusivos desde esta perspectiva.

A este respecto la decisión de enviar a monseñor Argüello al ámbito del estudio y promoción de la pastoral vocacional en la Iglesia en España es una buena noticia. 

Añaden los obispos al respecto que “ante esta situación, no queremos instalarnos en una queja estéril que contempla pasivamente este ocaso de las vocaciones, precisamente porque estamos convencidos de que la felicidad de cada persona pasa por el descubrimiento y vivencia en plenitud de la vocación que Dios ha soñado para ella desde toda la eternidad”.

Ciertamente no se trata de llorar por la leche derramada, sino ponerse manos a la obra. 

Por cierto que los obispos de la Subcomisión para la familia y la vida, o como se llame, dicen algo más en su mensaje que debe dar que pensar. Aunque lo digan sin llamar a las cosas por su nombre: 

“Ninguna institución puede suplir la labor de la familia en la educación de sus hijos, especialmente en lo que se refiere a la formación de la conciencia. Cualquier intromisión en este ámbito sagrado debe ser denunciada porque vulnera el derecho que tienen los padres de trasmitir a sus hijos una educación conforme a sus valores y creencias”.  

Institución, ¿qué institución? La Comuna, la tribu, el municipio, la trilateral, el gobierno mundial, el club Bildelberg, los partidos políticos, el Estado, sí el Estado en manos del Gobierno a través de la educación. 

 
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