El Nuncio, por la puerta grande

Monseñor Renzo Fratini.
Monseñor Renzo Fratini.

No sé si monseñor Renzo Fratini, hasta antes de ayer Nuncio de su Santidad en España, fue alguna vez a los toros. Tampoco sé si, en el caso de que hubiera ido, la corrida fue buena o mala. Lo que sí sé es que sus últimas declaraciones en España han levantado una notable polémica. Todo por decir las verdades del barquero, que son las que determinados políticos no quieren oír. Quizá porque la Iglesia  es la única institución cuyo refrendo no está en las urnas, y eso a los políticos les pone muy nerviosos.

Lo entiendo. El problema está en si ha sido prudente, que es la virtud de un hombre de decisiones. ¿Acaso los jubilados no se caracterizan por decir lo que piensan? ¿Acaso no ha querido lanzar un mensaje para que nos despertemos del letargo o de la canícula del buen rollito con el gobierno en el que están algunos?

Hasta unas semanas antes de su marcha, eran escasísimas, por no decir nulas, sus declaraciones a los medios. En vísperas de su jubilación le entró, parecía, una cierta prisa por hablar. Lo mismo arremetía contra los países de Visegrado que contra el gobierno socialista por su equivocada estrategia de resucitar a Franco.

Curiosamente, cuando en un medio de comunicación el Nuncio arremete contra Hungría, la izquierda, y determinados sectores de la Iglesia, le aplaudían con las orejas y le alababan que se hubiera convertido. A lo suyo, por supuesto. Pero cuando habló de Franco, las tornas mudaron y fue lo contrario.

Lo que no se esperaba el Nuncio Fratini es que la ministra, Carmen Calvo, se la tuviera guardada. En cuanto oyó hablar de Franco, -la peor gestión de esta ministra en mucho tiempo-, comenzó la campaña de acoso y derribo del Nuncio. 

Ojo con el efecto que busca el gobierno ante el episcopado. No vaya a ser que Carmen Calvo haya querido meter miedo en el sistema a los obispos por si alguno se atreve a hablar… La respuesta de la ministra fue decir que se preparara la Iglesia a pagar impuestos. Pobrecilla. No sabe que la Iglesia apuesta antes por la libertad que por el dinero.

Lo que está claro es que el gobierno socialista le tenía muchas ganas al Nuncio y estaba esperando la mínima oportunidad para empitonarle y, de paso, sacar los colmillos para que los vean en Añastro. Al menos ya sabemos cómo se las va a gastar Sánchez y sus aliados.

Incluso aprovecharán la oportunidad para presionar en el “placet” del nuevo Nuncio, no vaya a ser que el que venga haga bueno al que se ha marchado. Sea Nicola Girasoli o Bruno Musaró, da lo mismo.

Monseñor Fratini ha salido por la puerta grande, que es como salen los grandes toreros. Quizá nos ha hecho descubrir cuáles son las intenciones reales del futuro gobierno socialista que se sintetizan en uan frase: “Si no hacéis lo que nosotros decimos, os vais a enterar”. Una faena del Nuncio que nadie se esperaba y que se recordará durante mucho tiempo, como las grandes tardes de toros.

 
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