A propósito del “hombre del año”

Tampoco llama mucho la atención el eco que la noticia ha tenido en los medios de comunicación, y a todos los niveles.  Y tampoco llama la atención el que haya sido elegido un Papa: es el tercero después de Juan XXIII, en 1962, y de Juan Pablo II, en 1994.

Lo que, al menos a mí, y aquí no quiero molestar a nadie, me hace pensar un poco son las declaraciones de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, cuando afirma:

“La decisión no sorprende, teniendo en cuenta la resonancia y la gran atención despertadas por la elección del Papa Francisco y por el principio del  nuevo pontificado. Es una señal positiva que uno de los reconocimientos más prestigiosos en el ámbito de la prensa internacional se atribuye a quien anuncia al mundo valores espirituales, religiosos y morales y habla resueltamente a favor de la paz y de una mayor justicia”.

¿Está convencido Lombardi de que esa elección es “uno de los reconocimientos más prestigiosos”?  ¿Se acuerda de que en la lista de estos “hombres del año”, figuran, entre otros,  Hitler, Stalin, Obama, “el manifestante” de la primavera árabe, Bill Gates, las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, Vladimir Putin, Jomeini, etc., etc.?

Lógicamente, el Papa no busca –y supongo que le trae completamente sin cuidado- ningún “reconocimiento” de este estilo; y es consciente –también lo supongo- de que estos focos de noticias se apagan con la misma facilidad con que se encienden.

Lombardi comenta a renglón seguido: “Por cuanto respecta al Papa, no busca ni fama ni éxito, porque cumple con su servicio anunciando el Evangelio del amor de Dios por todos. Si esto atrae a los hombres y a las mujeres y les da esperanza, el Papa está contento. Si esta elección como “hombre del año” significa que muchos han entendido –por lo menos implícitamente- este mensaje, seguramente, se alegra”.

¿Está seguro de que  Time “ha entendido el mensaje”?

La editora del semanal, al comentar la elección, hace unos comentarios que claramente delatan una desinformación seria y un malentendido de la acción y del mensaje del Papa Francisco.

Considera que la exhortación Evangelii Gaudium está centrada “en la denuncia de la idolatría del dinero’, con lo que reduce asombrosamente el alcance pastoral y espiritual  de los 288 números de la Exhortación, dirigidos todos a promover el anuncio del Evangelio, la Alegría del Evangelio, el Amor y la Misericordia de Dios; y a recordar la responsabilidad de todos los creyentes en ese Anuncio. Entre los números se encuentran afirmaciones como las siguientes, que los de Time parecen no haber leído:

 

“No puede haber auténtica evangelización sin la proclamación explícita de que Jesús es el Señor” (n. 110). “El anuncio a la cultura implica también un anuncio a las culturas profesionales, científicas y académicas. Se trata del encuentro entre la fe, la razón y las ciencias, que procura desarrollar un nuevo discurso de la credibilidad, una original apologética” (n. 132). “Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador, y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados donde el resto del pueblo fiel sea sólo receptivo de sus acciones” (n. 120).

Y, por último, para no hacer muy largo el comentario: “¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes  y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos. ¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire sus planes? Estoy convencido de que a partir de una apertura a la transcendencia  podría formarse una nueva mentalidad política y económica que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social” (n. 205).

Si ese “reconocimiento” sirve para que muchas personas tengan curiosidad por la persona del Papa, y descubran a servicio de Quién está, sea bienvenido. Pero en todo esto, los de Time no parece que hayan pensado mucho.

Ernesto Juliá Díaz
ernesto.julia@gmail.com


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