Nueva Evangelización (y VI)

Papa Francisco rezando el rosario.
Papa Francisco rezando el rosario.

Ya parecía que no había más sugerencias para la Nueva Evangelización querida por los últimos Papas. Uno se limitó a subrayar que, en definitiva, la Evangelización siempre será la misma, la eterna; la que ha nacido con los primeros cristianos, y que terminará con los últimos cristianos al final del tiempo.

“Cristo dijo de Sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por Mí”. Los cristianos –siguió- hemos anunciado a Cristo en todos los continentes, en todas las civilizaciones, a hombres y mujeres de todas las culturas. No hemos acomodado el Camino, la Verdad y la Vida, a las diversas culturas. Hemos transmitido la misma Verdad de Jesús, Dios y hombre verdadero, y hemos enriquecido y convertido las culturas con la Luz de Dios. Como hizo san Pablo en Atenas: les anunció al Dios desconocido, que se ha revelado personalmente en Cristo Jesús, su Hijo, y que nos envía el Espíritu Santo para que no dejemos de asombrarnos ante el Misterio, la Grandeza, la Misericordia de Dios, que ha querido vivir, morir y Resucitar por nosotros, redimirnos del pecado y darnos la esperanza de, arrepentidos y pidiéndole perdón, podamos resucitar con Él”.

Hizo una pausa, y continuó:

“Si tenemos esto claro, nos haremos cargo del gran servició que la Iglesia Católica, en la que subsiste la Iglesia fundada por Cristo, tenemos que hacer a todo el mundo.

Todos los hombres están obligados, y anhelan, buscar y conocer la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla, pero ¿cómo la van a conocer, y abrazarla y practicarla, si los cristianos no anunciamos la Verdad de la Fe, y de la Moral?

Eso es lo que esperan de nosotros. Y de nada servirá hablar mucho de “felicidad”, de cambio climático, de la igualdad de todas las religiones, del cuidado de la casa común, de fraternidad general, de emigraciones, etc., etc.: los hombres seguirán con sus “dioses” fabricados por ellos mismo, como hicieron los atenienses; o bien tratarán de imponerse los unos a los otros, y querrán unos ser adorados por los otros, como hicieron los romanos, y antes los babilónicos, de imponer a los súbditos, la adoración de sus jefes”.

Y ya a punto de concluir el coloquio, una profesora de Filosofía en el bachillerato, alzó el brazo y dijo:

“Me parece que se nos ha quedado en el tintero un detalle que pienso vale la pena recordar. Juan Pablo II comentó en alguna ocasión que la fe regresaría a los habitantes de Europa si reconstruían las ermitas a la Virgen que nuestros antepasados han levantado en tantos cruces de camino, en montes y en laderas, etc.

Por eso me gustaría mucho que se nos anime a venerar y amar de todo corazón a la Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra. Ella nos enseñará a amar a Dios Padre; a recibir con amor a Dios Hijo, y abrirá nuestro corazón para dejar morada a Dios Espíritu Santo.

 

El Papa nos ha pedido rezar el Rosario por el buen resultado del próximo sínodo. Yo lo voy a rezar, también para que salga una nueva reafirmación de la Fe y de la Moral que se han vivido en la Iglesia desde sus primeros pasos en Jerusalén, Judea, Samaría, etc., y nos olvidemos para siempre de las propuestas del reciente “sínodo” de Alemania. Y pongo “sínodo” entre comillas, porque yo sabía que Pablo VI habló del Sínodo de los Obispos, como se había vivido en la Iglesia a lo largo de los siglos. ¿Qué es eso del “sínodo del pueblo de Dios”?

Un rato de silencio, una Salve a la Virgen María, y oraciones por la Nueva Evangelización dieron fin a la reunión.

ernesto.julia@gmail.com

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