Un niño descubre a Jesucristo

En medio de tantas noticias que tratan de bombardear nuestra mente y alterar el ritmo del palpitar de nuestro corazón, a veces nos llegan los ecos de algún hecho conmovedor que nos ayuda a sonreír, a dar gracias a Dios, y a recobrar el ánimo esperanzado.

La que me ha llegado estos días es una noticia con aroma de cielo; como el florecer de una rosa en un pudridero. Y lo más llamativo es que no se trata de ningún hecho especialmente “llamativo”, sino cosas sencillas que nos llenan de paz, de serenidad.

Un niño de 11 años estrena colegio, y en el trato con sus compañeros de colegio descubre que muchos de sus amigos han vivido algo que le llaman la “Primera Comunión”. Poco después, el muchacho oye hablar de Bautismo, palabras que hasta llegar a ese colegio nunca habían llegado a sus oídos.

Ya hablando con esos compañeros les oye hablar de un tal Jesús, del que nunca había oído su nombre hasta ese momento. Y se interesa por saber algo más de ese Jesús en conversaciones con ellos.

Paso a paso, ve que sus amigos van alguna vez a un lugar del colegio que se llama “capilla”, se arrodillan y rezan. Les pregunta que hacen, y le enseñan algo que llaman “padrenuestro”, “avemaría”, etc.

Al fin se decide a hablar con sus padres y les pregunta si él está “bautizado”. Al oír la respuesta negativa que recibe, les pregunta si puede bautizarse. Los padres enmudecen. Ellos sí están bautizados pero han abandonado con mucha radicalidad todas las cuestiones atenientes a la fe en Jesucristo. De hecho, no están casados.

Después de pensarlo un poco, conociendo bien la inteligencia, la personalidad y el buen comportamiento de su hijo, deciden respetar su decisión.

Pasan los días, el niño estudia y se aprende de memoria preguntas del Catecismo con las principales verdades de la Fe; entre ellas el nombre y la realidad de los Siete Sacramentos. Estudiando en la casa de varios de sus amigos, ha visto una foto muy bien enmarcada de una mujer en pie vestida de blanco y un hombre a su lado con elegante traje negro. Pregunta, y siempre recibe la misma respuesta: “Es la foto del día de las bodas de mis padres”

El niño, ya muchacho con 13 años sigue hablando con sus padres. Está contento, ha hecho ya la Primera Comunión, ayuda en casa, es muy buen estudiante, se preocupa de sus dos hermanos menores y va con ellos a Misa los domingos.

 

Un año después, un jueves de mayo, el ya hombre de 14 años tuvo la alegría de presentar al sacerdote los anillos y las arras en la boda de sus padres, y les vio llorar por primera vez cuando se intercambiaron los anillos. Y al domingo siguiente, toda la familia festejó el bautizo de los dos pequeños: un niño de 7 años, y una niña de 9. 

El acontecimiento no quedó reflejado en ningún periódico, ni en ningún otro medio de comunicación, ni lo anunciaron por twitter ni por whastapp. Lo celebraron en casa, y se hicieron una foto que han dejado enmarcada en la sala de estar.

ernesto.juli@gmail.com


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