Gota a gota

Gota a gota.
Gota a gota.

A nadie se le ocurre pensar en una gota de agua al ponerse de frente a una inundación que asole una ciudad. Y, sin embargo, aquel océano de agua comenzó a formarse "cayendo unas gotas". Y como no se piensa en la primera gota, tampoco se presta atención a la segunda, a la tercera. 

Es difícil encontrar personas que ponderen en su debido valor y alcance una gota de agua, un granito de arena, una lágrima, el paso medido de un buen andador. Llama mucho más fuertemente la atención un pantano lleno, una tonelada de albero, el llanto ruidoso, la firme zancada de un corredor de fondo.

Cuando la lluvia es muy fina, el suelo se empapa -se llena de gotas- poco a poco, casi de manera imperceptible. Cada gota va a la raíz de la planta; quizá incluso por el camino más corto. La planta crece y nada se pierde de la poquedad misma de la gota. Un día saldrá de esas gotas una gran cosecha y, al llenar los graneros, nadie se acordará de los hilos de agua que la han hecho posible.

Palabra a palabra el orador hilvana el discurso, y el escritor alcanza a dar una expresión gráfica a sus ilusiones, a sus emociones, a sus sueños, a sus sensaciones y pensamientos. Y cada palabra tiene su propio sentido en el conjunto; quitar una de aquí y otra de allá, haría ininteligible el texto o, al menos, oscurecería mucho su significado.

Lo saben bien en las floristerías cuando preparan tarimas para engalanar altares, mesas, salas de conferencias, etc. La figura no surge por casualidad, ni al azar; hay que poner cada margarita en su lugar entre hojas verdes y claveles blancos. 

Y también los inventos más elaborados de la nueva técnica, cobran vida gota a gota. Pieza a pieza se construyen los grandes navíos, los aviones supersónicos, los cohetes espaciales; piezas más grandes, pequeñas e incluso minúsculas: todas importantes en el conjunto; y no sólo importantes, sino también imprescindibles. 

Esta ley de desarrollo tiene vigencia también en toda la obra de la creación. Gota a gota crecen los niños y se alimentan los enfermos graves. Si el pequeño se da un atracón, se atraganta y pone en peligro su vida; y si el enfermo pretende aligerar el curso del líquido en vez de la recuperación conseguirá, casi seguramente, una convulsión.

Y no sólo se construye gota a gota; también se debilitan y caen por tierra las más fuertes estructuras. "La gota, cayendo con constancia, horada la piedra"; decían los antiguos romanos; que han sabido construir, piedra a piedra, magistralmente, y con perspectiva de siglos, muros de labranza y acueductos, como el de Segovia.

Paso a paso, poco a poco, todos vamos forjando nuestras vidas, las vamos perfilando, esculpiendo, corrigiendo, damos vida a nuestra propia vida. De vez en cuando, un "golpe" de genio o de fortuna parece como si nos hiciera avanzar muchos pasos de un salto, como queriéndonos ahorrar etapas de crecimiento que parecían obligadas. Si no nos engañamos, descubriremos pronto que el desarrollo es ficticio además de dañino; como cuando un niño se encuentra engordado artificialmente con vitaminas y reconstituyentes de todo tipo.

 

Cada día nos encontramos, en las páginas de los medios de comunicación, un sinfín de grandes empresas, de acontecimientos de dimensiones gigantescas, de sucesos que resaltan las grandes capacidades de los hombres. Al verlas ya terminadas, completas en su magnitud, es prácticamente imposible calibrar la importancia de las innumerables partes que las componen. Y, aunque sintiéramos la curiosidad de saber -es un suponer- cuántos ladrillos se han empleado en levantar la Giralda, los olvidaríamos enseguida como cosas inútiles.

Y, sin embargo, sobre cosas tan pequeñas y tan minúsculas a veces -¡cuántas gotas de agua para llenar un pantano!-, repetidas una y otra vez de manera imperceptible, se construye cada día ese acuerdo no escrito en ninguna constitución, que nos permite llevar adelante el encanto y el misterio de nuestro vivir. 

Gota a gota se curan, y se restañan después, las heridas del cuerpo y del alma; un poco de bálsamo aquí y otro poquito de aceite allá, consigue dar serenidad y paz, y calmar las aguas. Palabra a palabra se elabora una constitución; y palabra a palabra inspiró el Señor los Evangelios. Paso a paso el esfuerzo del atleta fortalece los músculos. Detalle a detalle toman vida los grandes amores, eso que apenas se ven y que crecen con una rosa hoy, con un recuerdo mañana, con un gesto de comprensión en la alegría y en la pena, siempre. Y, casi me atrevería a decir, que paso a paso, poquito a poquito cubrimos nosotros los caminos de la tierra hasta el cielo.  

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