Una entrevista del cardenal Müller

El Cardenal Gerhard Ludwig Müller en el Casino de Madrid.
El Cardenal Gerhard Ludwig Müller en el Casino de Madrid.

La entrevista es de hace ya algo más de un mes, pero en verdad, y por tratarse del tema del Sínodo que se está celebrando en Roma, sigue teniendo actualidad.

 El cardenal suele hablar con mucha claridad acerca de los problemas que se plantean hoy en la labor de la Iglesia. Y en este caso su franqueza y claridad son meridianas.

En la respuesta a una pregunta sobre la presencia entre los participantes al Sínodo de fieles laicos, hombres y mujeres, y religiosos, no obispos, con derecho a voto, y al mismo nivel que los obispos, no deja lugar a dudas sobre la naturaleza de esa reunión.  Dice:

P-Hay algunas voces que han criticado la presencia de laicos en esta Asamblea sinodal ¿A usted que le parece?

R-Los obispos participan en su cargo ejerciendo la responsabilidad colegiada sobre toda la Iglesia junto con el Papa. Si los laicos participan en él con derecho a voto, entonces ya no se trata de un sínodo de obispos o una conferencia eclesiástica que no tiene la autoridad docente apostólica del colegio episcopal.

Tengo la impresión de que en la versión castellana que han publicado las redes, las dos últimas líneas pueden llamar a engaño. Yo las dejaría así para expresar con toda nitidez el pensamiento del cardenal.

voto, entonces ya no se trata de un sínodo de obispos, sino que es una conferencia eclesiástica que no tiene la autoridad docente apostólica del colegio episcopal.

En diferentes ambientes, y también en Roma, siempre se ha afirmado que el sínodo no se puede parangonar con un parlamento o con una asamblea democrática, etc. La realidad, sin embargo, da pie a dudar de esa afirmación, y abre la posibilidad de pensar que es una reunión que no tiene nada que ver con los Sínodos de Obispos que se han celebrado en la Iglesia a lo largo de los dos mil años de existencia.

Algunas de las 15 preguntas que se han entregado a los padres sinodales, hombres y mujeres, para que den su opinión sobre ellas, invitan a pensar de esa manera.

 

La pregunta n. 10 dice así: ¿Cómo renovar y promover el ministerio del obispo en una perspectiva sinodal misionera?

¿Qué saben los laicos del ministerio episcopal, de sus exigencias y de la gracia sacramental que asiste a un Obispo en sus funciones?

Y no digamos la n. 3: ¿Cómo puede crecer una relación dinámica de intercambio de dones entre las Iglesias?

¿Qué sentido tiene, en ese contexto, la palabra Iglesia? ¿Se refiere a las Iglesias locales, particulares, las Diócesis; o se está pensando en otras iglesias que no sean la Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana?

En cualquiera de los dos posibles sentidos, ¿qué puede decir un laico, un religioso, hombre o mujer, que pueda ayudar verdaderamente a los Obispos?

El cardenal Müller termina su respuesta a la pregunta ya recogida, con estas palabras:

“Cada vez que los efectos populistas inclinan la balanza hacia decisiones tan espontáneas, se oscurece la naturaleza sacramental de la Iglesia y su misión, incluso si posteriormente se intenta justificarla con el sacerdocio común de todos los creyentes y se intenta nivelar la diferencia en esencia con respecto al sacerdocio de ordenación sacramental (cfr. Lumen Gentium 10)”.

Para dejar claro el sentido de estas líneas, incluyo la cita del párrafo final de esa Constitución del Concilio Vaticano II.

“El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo [16]. El sacerdocio ministerial, por la potestad sagrada de que goza, forma y dirige el pueblo sacerdotal, confecciona el sacrificio eucarístico en la persona de Cristo y lo ofrece en nombre de todo el pueblo a Dios. Los fieles, en cambio, en virtud de su sacerdocio regio, concurren a la ofrenda de la Eucaristía [17] y lo ejercen en la recepción de los sacramentos, en la oración y acción de gracias, mediante el testimonio de una vida santa, en la abnegación y caridad operante”.

Teniendo en cuenta el cambio en la composición de los Sínodos que señala el cardenal, sería muy de agradecer que se definiera con toda claridad, que se entiende por “Iglesia sinodal”. Mientras, todos los creyentes en la Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana, seguimos rezando por los trabajos del Sínodo.

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