Un día de Reconciliación

“Todas las diócesis del mundo mantendrán hoy -28 de marzo- una iglesia abierta para que, quienes deseen pedir perdón por sus pecados, puedan recibir el Sacramento de la Reconciliación, y gozar de la alegría de ser perdonados por Dios, y a la vez, gozar de la alegría de Dios al perdonar”.

Esta es una noticia que puede pasar inadvertida para muchas personas;  inadvertida o  escondida detrás de otros hechos que llaman más la atención, como, por ejemplo, la visita de Obama al Papa,  o la ya inmediata canonización de dos Papas: Juan Pablo II y Juan XXIII.

Y, sin embargo, la primera noticia es, con mucho, la más importante y la de más peso, si se puede hablar así, en el orden de la evangelización, en el orden de la misión de la Iglesia. Y más iglesias, y más días, tendrían que permanecer con las puertas abiertas, y con sacerdotes dispuestos a vivir el Sacramento de la Reconciliación.

 La visita de Obama se puede concluir en cuatro fotografías, y unas cuantas declaraciones banales: protocolo; salvo, lógicamente, acciones especiales del Espíritu Santo. La canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII va a mover a muchas personas, será seguida por millones de telespectadores, y comentada en periódicos de todo el mundo. Muchos cristianos y no cristianos podrán recibir luces del Señor al contemplar la vida de estos santos, y decidirse a seguir los pasos de Cristo.

La apertura de las iglesias para  invitar a vivir el Sacramento de la Reconciliación puede dejar una huella más honda, y perenne, en el corazón de muchas personas.

La pérdida del “sentido del pecado” es una de las manifestaciones más profundas de la falta de Fe entre los creyentes influidos por el “todo vale”, que ven vivir cada adía a su alrededor. Ya lo reconocieron con éstas, o otras palabras semejantes, Pablo VI; Juan XXIII, Juan Pablo I y II, Benedicto XVI, Francisco. La coincidencia es unánime y deja poco lugar a las dudas.  De hecho, es reciente un análisis que señala que “millones y millones de católicos van a comulgar con regularidad y llevan más de un año sin confesarse” con lo que es “estadísticamente razonable pensar que comulgan estando en pecado mortal”.

Dejando a un lado el valor que pueda tener una estadística semejante en las cuestiones del espíritu, todos somos conscientes de la realidad. Muchas comuniones, pocas confesiones. Y la banalidad en recibir el Sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en estado de pecado, es un gran mal no solo para la persona que lo recibe, sino también para toda la Iglesia. El misterio de la Comunión de los santos para el bien, se da  también, con otras características, para el mal, por el escándalo que puede provocar nuestra conducta, y por la ayuda espiritual que dejamos de prestar a los demás..

Bella iniciativa, sin duda, la del día de hoy, que alimenta la esperanza de que no se limite a un solo día, ni a una sola iglesia en cada diócesis.

 Y, mezclando noticias,  pienso en la alegría que se habrá llevado en el cielo el hermano José Díaz Pérez, asturiano de 67 años, misionero comboniano, al enterarse. Él  murió el pasado 22 de marzo en Casares, Nicaragua, por las picaduras de un enjambre de abejas “asesinas”.

 

La noticia es algo sobrecogedora para cualquiera de nosotros; que no para Dios que vela paternalmente sobre todos sus hijos. El hermano José ha dado la vida por Cristo en un rincón de América Central, dando testimonio de su Fe a campesinos diseminados en una gran zona rural muy pobre.  Murió en acto de servicio: “estaba en una casa comunal y a eso de las 4.30 de la tarde estaba oficiando la Misa cuando fue atacado por abejas, lo que le provocó un shock anafiláctico”.

 Día de Reconciliación, día de Resurrección. Manantiales de Gracia, que permanecen vivos, y sostienen el andar histórico de la Iglesia, en medio de los avatares del mundo, que pasan.

Ernesto Juliá Díaz
ernesto.julia@gmail.com


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