La conciencia, y los “vientres de alquiler”

A propósito del proyecto de ley puesta a votación en la Comunidad de Madrid, sobre los llamados “vientres de alquiler”, se han escrito ya muchas páginas.  Discusiones entre profesores de un lado y de otro, entre psicólogos, pediatras. etc.

En medio de todas esas discusiones, me he encontrado una frase, que me ha llamado la atención: Ahí va:

“No es de recibo argumentar  circularmente que los homosexuales no deben tener permitido casarse porque no pueden tener hijos para luego alegar que no debe permitírseles tener hijos por cuanto no constituyen una unidad matrimonial.  Sin embargo, con las técnicas de reproducción asistida –inseminación artificial en el caso de las lesbianas o fecundación in vitro más gestación subrogada en el caso de los gays- esta crítica cada vez va perdiendo más fundamento (si alguna vez lo tuvo).”

Y me ha llamado la atención, sinceramente, por muchas razones. Y más, al enterarme de que quien la firmada era un profesor universitario, a quien me ahorro nombrar.

Me parece, en primer lugar, que ese conjunto de palabras no tiene ni pies ni cabeza. Ese argumento circular es, obviamente, un sin sentido; pero dudo de que alguien lo haya hecho en su sano juicio. ¿Es un simple recurso literario del profesor? Los homosexuales y las lesbianas, sencillamente no pueden realizar ningún matrimonio formando parejas entre ellos, porque no sería una pareja de hombre y mujer. Pueden llevar a cabo cualquier tipo de unión, de acuerdo, de contrato de servicios, pero matrimonio, no.

Salvo, lógicamente, que entendamos por “matrimonio” cualquier tipo de unión entre personas, incluidos los contratos de trabajo, de asistencia social, y sin limitarnos a hombres con hombres, a mujeres con mujeres, a uno con uno, a una con una. Por ese camino, un padre podría realizar un “matrimonio” con su hija para facilitar que a su muerte, su hija no pague impuestos, etc. etc.

Si se quiere manipular el lenguaje, y crear cada uno la realidad que desea manifestar con las palabras, nada impide que alguien también pueda llamar “matrimonio”, a la unión de una señora con su cariñoso perro, o de un hombre con una preciosa yegua. ¿Chocante? Basta que los promotores de los “derechos” de los animales lleguen al parlamento, tengan mayoría, aprueben una ley; y el paso está servido.

En segundo lugar, más sin sentido me parece la argumentación sobre la posibilidad de “tener hijos”. Ni con inseminación ni con fecundación, podrán “tener” hijos. Pueden “comprarlos”, pero no “tenerlos”, sencillamente porque en el cuerpo de ningún hombre se originan óvulos, ni en el de la mujer, espermatozoides.  Cada uno/una en su caso los tendrá que comprar el gameto que falte; como también lo podría comprar un millonario coleccionista de niños para su entretenimiento y diversión, sin necesidad ni de ser homosexual ni de estar unido con alguien en “matrimonio”: gametos y vientres de alquiler los encontraría. ¿Puede el dinero comprar un “hijo”?

En tiempos de la esclavitud se compraban hombres y mujeres; ¿vuelve la esclavitud regulada y legalizada con la compra de óvulos y espermatozoides?

 

Y en tercer lugar, me ha llamado la atención los gestos del partido que ha propuesto semejante proyecto de ley. Ahora, más “progresistas”, se trataba de “legislar” los “vientres de alquiler” –que casi siempre viene después de la compra de “óvulos” y “espermatozoides” esclavos, o “embriones” esclavos--, bajo el lema de “gestación subrogada”, a los oídos de cualquier suele más suave que “vientre de alquiler”.

 Los jefes del partido temerosos quizá de que alguno de su grupo tuviera problemas de “conciencia” para aprobar una cosa semejante, ordenaron –como pequeños aprendices de los Stalin y Hitler de turno- la “disciplina de partido”. ¿También se quiere alquilar la conciencia?

Alguno se atrevió incluso a decir que desobedecer en una cosa así, sería una mojigatería. ¿Les hubiera gustado haber sido ellos hijos nacidos de “óvulos”, “espermatozoides” esclavos; y haber sido gestados en un “vientre de alquiler”?.

Menos mal que hay hombres con “conciencia”, y el proyecto fue rechazado por el voto de esos tres diputados con “conciencia”, que se han atrevido a llamar las cosas por su nombre, y a no legislar los cauces de una nueva esclavitud.

ernesto.julia@gmail.com


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