Roma recuerda la Fe en la Eucaristía

Corpus Tajamar
Corpus Tajamar

En la conferencia que mencioné en el artículo anterior, Ratzinger se preguntaba donde residían especialmente las dificultades que entonces –1989- podían tener los católicos para reafirmar su Fe, y querer vivirla en la normalidad de sus vidas. La tercera y la cuarta de esas cuestiones eran las discusiones que estaban entonces creciendo en el seno de la Iglesia, en torno al “posible” acceso a los sacramentos de la Iglesia de los divorciados vueltos a casar; y a la “posible” ordenación sacerdotal de las mujeres. Dos cuestiones que afectaban directamente a la concepción sacramental de la Iglesia y a la Eucaristía.

Esas discusiones se han mantenido muy vivas a lo largo de los últimos años, y han seguido originado un cierto estado de desconcierto entre no pocos fieles católicos. Y en diferentes países, especialmente europeos.

Sobre la no ordenación de mujeres, Roma ha recordado hace pocas semanas que la cuestión estaba ya definitivamente resuelta. El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Luis Ladaria, en un escrito reciente recordó, y reafirmó, las palabras de Juan Pablo II en la carta apostólica Ordinatio sacerdotalis, del 22 de mayo e 1994. En ese documento, Juan Pablo II para eliminar “cualquier duda sobre una cuestión de tan gran importancia que tiene que ver con la misma divina constitución de la Iglesia” y “en virtud del ministerio de confirmar a los hermanos”, declaró que “la Iglesia no tiene de ninguna manera la facultad para conferir a las mujeres la ordenación sacerdotal y esta sentencia debe ser seguida definitivamente por todos los fieles de la Iglesia”.

Palabras claras y definitivas, reforzadas además por la afirmación del arzobispo Ladaria, de que esta verdad pertenece al depósito de la fe.

Los obispos alemanes han planteado la primera cuestión señalada por Ratzinger en otros términos con más posibles consecuencias doctrinales: admitir a la Comunión Eucarística a cristianos protestantes casados con fieles católicos.

No hubo acuerdo unánime en la reciente reunión de la Conferencia episcopal alemana que tomó esa decisión, y una minoría recurrió a Roma para que resolviera. La primera respuesta de Roma pudo ser interpretada –y de hecho lo fue- de maneras casi opuestas. Roma sencillamente aludió a la falta de unanimidad, para no entrar ahora en el problema, además de recordar que era una cuestión doctrinal que afectaba a toda la Iglesia, no sólo a los fieles alemanes.

La polémica siguió en pie; y Roma ha querido dar un paso más y tratar de poner un poco de luz en medio del desconcierto que estaba provocando la discusión libre de una cuestión semejante que implicaba la verdad de la Fe de la Iglesia en la Eucaristía, en la Presencia Real de Cristo en la Hostia Consagrada, y sobre las disposiciones de los fieles para recibir el sacramento del Cuerpo de Cristo.

En una carta del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe al Presidente de la Conferencia Episcopal alemana, se dice:

“Nuestra conversación del 3 de mayo de 2018 mostró que el texto del subsidio plantea una serie de problemas de extraordinaria relevancia. Por eso el Santo Padre ha llegado a la conclusión que el documento no está maduro para ser publicado. Los motivos esenciales de esta decisión pueden resumirse como sigue:

 

“La cuestión de la admisión a la Comunión de los cristianos evangélicos en matrimonios interconfesionales es un tema que afecta a la fe de la Iglesia y tiene una relevancia para la Iglesia universal.

Esa cuestión tiene efectos sobre las relaciones ecuménicas con las otras Iglesias y con otras comunidades eclesiales que no hay que subestimar.

El tema remite al Derecho eclesial, sobre todo a la interpretación del canon 844 del Código de Derecho Canónico. Porque en algunos sectores de la Iglesia hay respecto a esto cuestiones abiertas, los competentes dicasterios de la Santa Sede ya se han encargado de producir una oportuna declaración de esas cuestiones a nivel de la Iglesia universal. En especial, parece oportuno dejar al obispo diocesano el juicio sobre la existencia de una "grave necesidad inminente".

La Fe en la Eucaristía, en la presencia real de Cristo en la Hostia Santa, es una Verdad asentada en el núcleo vital de la Iglesia. Verdad que la Iglesia ha anunciado desde sus orígenes y seguirá anunciando hasta el fin de los tiempos. Ya von Balthasar señaló en su momento que la banalización de la verdad de la Eucaristía impedía a los católicos seguir creciendo en la penetración de los misterios de la Verdad y del Amor de Dios.

Dejando sin valor alguno el documento preparado por obispos alemanes, Roma ha vuelto a recordar que la Fe en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía es la clave de bóveda del sentido y tarea de la Iglesia. Si la clave se quita, o se banaliza, el edificio, se resquebraja, se derrumba porque pierde su sentido.            

ernesto.julia@gmail.com                               


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