¿Un viaje más?

El viaje es un canto a la Fe, a la Esperanza, a la Caridad, en los tiempos actuales de la historia del Oriente medio, de la Iglesia.

Las tierras del actual Libano acogieron a los primeros cristianos salidos de Jerusalen; en sus tierras la fe echó raices desde los comienzos de la Evangelización cristiana del mundo.

San Marón, monje del siglo IV dejó asentadas las raices cristianas de los primeros tiempos, y hasta que llegó la invasión musulmana, la fe en Cristo creció vigorosa en los territorios del actual Libano, y continuó después viva en medio de persecuciones y martirios.

Llegaron después siglos de convivencia y de guerras, incluido el paréntesis de los Cruzados en los siglos XII y XIII, que marcaron la historia de estas tierras sometidas a los gobernantes de Constantinopla hasta el imperio turco, que concluyó al final de la Primera Guerra Mundial, después de un dominio de 400 años..

Y las raices cristianas siempre vivas a lo largo de los siglos. También bajo el imperio francés que terminó con la independencia y la constitución de la nación en los años 40 del siglo pasado. Las tierras del Libano, los montes de Líbano, con sus cedros y ermitas, han sido un punto de referencia de la Fe en Cristo en todo el oriente.

Benedicto XVI va a encontrar una Iglesia viva. Más de la mitad de los libaneses son catolicos; y hay familias libanesas católicas, y con sacerdotes libaneses que las atienden, en varios países del mundo, entre ellos, Francia, Siria, Chipre, Estados Unidos, Brasil, Canadá, México, Argentina, Australia, Venezuela.

Los cristianos del Libano han sobrevivido a matanzas durantes siglos, y últimamemente, en los últimos años del siglo pasado, a los ataques de los ejercitios sirios y palestinos, que han pretendido deshacer el país, y apoderarse de él. Los cristianos del Líbano siempre han reaccionado en defensa de su vida y de su Fe. Y, cuando parecían derrotados y abandonados por la comunidad internacional, han vuelto a sobrevivir, a reconstruir las ciudades, a vencer.

Benedicto XVI va a un país, a una parte de la iglesia católica siempre vinculada con Roma, que con sus 2 y medio millones de fieles –más de la mitad de los habitantes del país-, reune cerca de 500 alumnos en sus seminarios de formación sacerdotal. Un esperanza viva de futuro.

Escuelas, hospitales, orfelinatos católicos, que no dejan de crecer, y de atender, cada año, a un mayor número de personas, son un testimonio vivo de caridad cristiana, en el que participan personas –también musulmanes-que lo deseen. Durante muchos años el Libano ha sido, y lo seguirá siendo, un ejemplo de conviviencia religiosa pacífica, rota en ocasiones por intereses políticos.

 

Viviendo con los cristianos del Líbano, Benedicto XVI dará, sin duda, muchas gracias a Dios, muchas gracias a Cristo, que no abandona jamás a quienes creen en Él. Y Libano se convertirá –ya lo es- en un ejemplo vivo para tantos otros cristianos en otros lugares del mundo que encuentran obstáculos de todo tipo para vivir su Fe.

En Esperanza y Caridad, anunciarán siempre la Verdad, darán a conocer a Cristo, como han hecho los libaneses a lo largo de toda su historia.

Ernesto Juliá Díazernesto.julia@gmail.com

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