Manipulando a la juventud. III
Otro espectáculo vergonzoso e indigno han ofrecido las calles de Madrid en este mes de julio.
En los mismos días en los que la manifestación gay recorría las calles de Madrid luciendo desnudos de hombres y de mujeres, nos ha llegado la noticia del aterrizaje imprevisto de un avión de pasajeros en Estados Unidos.
¿El motivo del aterrizaje? Que un hombre joven, de unos 25 años, expuso sus desnudeces en el pasillo del avión, y aprovechó la ocasión para hacer sus necesidades menores.
Un momento de debilidad mental lo puede sufrir cualquier ser humano, y no sería nada extraño que la cabeza de este hombre diera pruebas palpables de que no funcionaba muy bien.
El espectáculo de la manifestación madrileña no entra dentro de esas posibilidades. Ha sido una decisión pensada, decidida y aprobada por los organizadores. Y, lo que es más lamentable, aceptada también por las autoridades locales competentes. No sé si conocían lo que iban a ver antes de que comenzase todo el cortejo, o si se sorprendieron al ver la realidad en la calle. Quizá les llamó la atención lo que estaba ocurriendo ante sus ojos, pero no han reaccionado inmediatamente para cortar enseguida semejante desfachatez, que era además un auténtico insulto a los ciudadanos.
No sé si las personas que les han dado el voto a las autoridades locales volverán a depositar la misma papeleta en las futuras elecciones. Están en su pleno derecho de hacerlo o de no hacerlo.
En algunos países del mundo occidental ya han comenzado a darse cuenta, y a tomar las medidas necesarias, para comenzar a atajar el mal que la pornografía está haciendo muy especialmente entre la juventud. Y el espectáculo de las calles de Madrid en esos momentos de desnudez total de hombres y de mujeres era pura y simple pornografía.
¿Qué ocurriría si todas las asociaciones de ciudadanos pidieran a los ayuntamientos tener una semana de “orgullo”, y hacer un desfile por las calles de la ciudad cada año? ¿Les darían permiso para montar estos espectáculos?
Panaderos, toreros, profesores, magos, carniceros, periodistas, costureras, sastres, enfermeras, oftalmólogos, conserjes, porteros, albañiles, enterradores, carpinteros, políticos, pintores, etc., etc., lucirían sus mejores trajes, lo harían con mucho orden, y aprovecharían la ocasión para hacer la mejor propaganda de sus trabajos. Ni se les ocurriría exponerse al público como lo ha hecho ese grupo en Madrid.
El ser humano vive de su cuerpo y de su alma. Y en esa unidad de su persona, ama y odia, sirve y hace el bien y el mal. El cuerpo sabe que quiere ser movido por la bondad que se asienta en el alma. Cuando el alma se separa del cuerpo, el cuerpo no es más que un cadáver.
¿Qué pretenden los organizadores de semejantes ridículos espectáculos? ¿Manipular los ojos de los jóvenes que hayan caído en la trampa de contemplar el desfile y, con los ojos, sus inteligencias y sus corazones?
Ernesto Juliá Díaz
ernesto.julia@gmail.com