Un almuerzo entrañable

¿Qué batalla?

La del amor de Dios hasta el desprecio de uno mismo, y hasta el martirio si es preciso. Recordó las dos ciudades de San Agustín: la que levanta el amor a sí mismo, el poder por el poder; y la que alza el amor a Dios en el perenne servicio a los demás. Dos ciudades que seguirán estando presentes en las civilizaciones y en la historia de los hombres hasta el fin del mundo.

Y, para esta batalla, y aquí viene lo entrañable: "Nosotros estamos en esta lucha, y en esta lucha es muy importante tener amigos".

En medio de la fuga de documentos en el mismo Vaticano y en oficinas muy cercanas a él; en el corazón de las reticencias de grupos que no quieren corresponder a sus fraternas invitaciones de volver al corazón de la Iglesia; envuelto en la pena de que tener que destituir algún obispo por indignidad; en la alegría de recibir continuas peticiones de unión con Roma de diferentes confesiones cristianas, Benedicto XVI se alegra de "tener amigos".

"En lo que a mi respecta, estoy rodeado de los amigos del colegio cardenalicio; son mis amigos y me siento en casa, me siento seguro en esta compañía con los grandes amigos, que están conmigo, y todos juntos con el Señor".

Un gesto entrañable que transmite en definitiva la luz de la Fe; la fortaleza de la Esperanza; y la divina alegría de la Caridad. Todas las divisiones internas en el seno de la Iglesia son un obstáculo para que el Amor de Dios a los hombres manifieste todo su amor, todo su Espíritu, ante los hombres de todos los tiempos, de todas las civilizaciones.

Un obstáculo y una oportunidad de la que siempre se vale el diablo para sembrar cizaña, desconfianza, odio, entre los hombres.

"Gracias por esta amistad; gracias por la comunión conmigo en las alegrías y en los dolores". Benedicto XVI no tiene empacho en abrir así su corazón, porque sabe que la batalla es dura, y el diablo usa todos los disfraces para introducir el mal, el pecado, en el corazón de los hombres.

"Hoy la palabra Iglesia militante está un poco fuera de moda, pero en realidad podemos comprender cada vez mejor que es verdadera, que porta en sí misma la verdad. Vemos cómo el mal quiere dominar en el mundo y que es necesario entrar en lucha contra el mal. Vemos cómo lo hace de tantos modos, cruentos, con distintas formas de violencia, pero también enmascarado como bien, destruyendo así las bases morales de la sociedad".

 

Basta considerar las "curiosas elucubraciones" de algunos concejales del Ayuntamiento de Alcalá de Henares, pidiendo la sustitución del Obispo, para ser conscientes de esos "enmascaramientos" que señala el Papa. Si hubieran estado entonces, seguramente esos concejales habrían expropiado los terrenos para que Cisneros no fundara ninguna Universidad. Y, ¿qué habría sido de Alcalá de Henares?

Y basta también pararnos ante las "intrincadas y simples elucubraciones" del Área de Libertad de Expresión Afectivo-Sexual contra la celebración de un Congreso de la Familia, para descubrir esos mismos "enmascaramientos" que señala el Papa. La Iglesia militante está ahí –estamos ahí- y seguirá estando ahí, viendo pasar a "los concejales" y a los del "área"; y rezando por ellos, aunque rechacen los rezos.

"Vayamos adelante, el Señor ha dicho: ánimo, Yo he vencido el mundo. Somos del equipo del Señor, por lo tanto, del equipo victorioso".

Y Benedicto XVI concluyó el almuerzo dando gracias a Dios por la amistad de los cardenales.

Ernesto Juliá Díaz

ernesto.julia@gmail.com

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