Testimonio creíble

Estas palabras de Benedicto XVI en la Carta Apostólica "La Puerta de la Fe", convocando el Año de la Fe, me han venido a la cabeza al leer dos noticias muy diferentes: la del martirio de cristianos en diversos lugares del mundo; y la del crecimiento de la Iglesia en un lugar de la India.

"Un mártir cada cinco minutos". Maximo Introvigne ha dado cifras muy precisas y claras. Representante de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), ha señalado que en todo el mundo, en el año 2011, han sido asesinados 105.000 personas, sencillamente por ser cristianas. Otros análisis sitúan la cifra entre 130 y 170 mil.

A no pocas personas les cuesta admitir esta realidad. Oyen noticias, aquí y allá, de la quema de una iglesia cristiana en El Cairo; de unos tumultos contra cristianos en el norte de Nigeria; de la violencia contra los cristianos en Sudan; en Irak, etc, etc, pero admitir que en muchas naciones de este mundo no hay libertad religiosa, ni siquiera en el texto de la ley; que no se aceptan conversiones a Cristo, parecen noticias exageradas y no creíbles. Por desgracia, son verdad. La Cruz no dejará de ser nunca el signo cristiano por excelencia.

Y es precisamente de uno de esos lugares en los que existen leyes anti-conversión, de donde nos viene la otra noticia.

"Esta ley anti-conversión existe no sólo en el noroeste, como Arunachal Pradesh, sino en otros estados como Orissa y Pradesh. ¿Cómo se llegó a esto? La ley entró por el miedo de una parte de los hindúes, de que el cristianismo se extendiera por toda la India". El obispo de la zona – nacido y de nacionalidad india- se expresa con sencillez y claridad.

Y, ¿qué ha sucedido? La Iglesia Católica ha crecido en los últimos 30 años, con un promedio de diez mil bautismos de adultos cada año. ¿Cómo ha sido posible? Comentando la noticia con un amigo surgió enseguida el nombre de Teresa de Calcuta. De su labor de caridad, que había derramado tanta gracia de Dios por todos los rincones de la India, florecían ahora estos frutos. Teresa de Calcuta no está sola; la labor de misioneros "cuyos nombres están escritos en el libro de la vida", ha asentado bien la semilla.

A varias generaciones de misioneros se les ha prohibido actuar en los territorios de Arunachal Pradesh. Jóvenes indios de la zona, olvidándose de la prohibición, se acercaron a otras tierras lejanas a contemplar la labor de los misioneros. Las obras de caridad, la enseñanza en las escuelas, la atención a los enfermos e incurables, el amor de Dios que llenaba el corazón de aquellos hombres misioneros, sacerdotes y laicos, hicieron el milagro. Algunos jóvenes se convirtieron, recibieron el bautismo, se bautizaron, y regresaron a su tierra dispuestos a transmitir la Verdad que acababan de recibir.

No hay leyes, no hay regímenes, no hay persecuciones, no hay barreras que puedan parar los pies de los que anuncian la paz; de quienes "iluminados en la mente y el corazón por la Palabra del Señor", caminan por todos los senderos del mundo "para abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, esa que no tiene fin".

En India, en China, en Nigeria, en Irak, en Egipto, en todos los lugares en los que los cristianos son perseguidos y crecen; en todo el mundo en el que los cristianos luchan por la libertad religiosa, la Cruz de Cristo es Luz que abre el horizonte a la Resurrección.

 

Ernesto Juliá Díaz

ernesto.julia@gmail.com

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