¿Diálogo ó Monólogo a dos voces?

En este caso el tema es "El humanismo en el sigloXXI", y está claro que cada uno de los dialogantes da a la palabra "humanismo" un sentido diferente. ¿Es posible el diálogo con esa premisa?

Lógicamente son ellos quienes tiene que resolver esta cuestión; pero de dos frases que cada uno de los dialogantes puede afirmar como propia, me parece que las posibilidades de dialogar son más bien reducidas; y por supuesto de entendimiento, a no ser que, en alguno de ellos haya tenido un cambio radical de pensamiento.

Cañizares sabe que la afirmación de Jesucristo: "Conoceréis la verdad, y la verdad os librará"; tiene un contenido humanista bien preciso. Zapatero sabe, me supongo, que el contenido de la frase "La libertad os hará verdaderos", que un día hizo suya, está abierto a miles de interpretaciones, pero ninguna que se acerque, ni de lejos a la realidad que contiene la de Cañizares.

Todo diálogo parte de un origen, que puede ser un deseo de descubrir algo, de entender mejor una realidad, de penetrar más hondamente el conocimiento de alguna teoría, etc. Y con buena intención, incluso en una conversación en la que los personajes puedan decir que hablan "idiomas diferentes", con algo de buena voluntad un cierto acercamiento puede llegar a tener lugar. ¿Es posible que suceda algo semejante?

Me parece que para que algo de eso suceda, tendrán que resolver previamente esta cuestión:

¿Qué entiende cada uno de ellos por "humanismo"?

En la frase de Cañizares, el hombre está llamado a "conocer la Verdad, conocer a Dios, conocer a Jesucristo". Ese conocimiento, aceptado después libremente, le liberará del pecado, de los errores, de las limitaciones, y tendrá capacidad de gozar de todas las grandezas de la creación, del amor de Dios. El hombre que conocer "la Verdad", sabe que siguiendo libremente lo conocido, lleva a cabo el sueño de Dios sobre él; se realiza plenamente como "hijo de Dios", y "hermano de todos los hombres". Su vida tiene una plenitud de sentido, precisamente porque se transciende a sí mismo en Dios.

En la frase de Zapatero, el hombre se desvanece. No tiene nada que conocer –de ahí la penosa educación a todos los níveles que trató de "imponer" en las escuelas estatales, que no públicas: públicas, de una cierta manera, son todas- porque tampoco tiene ninguna misión que cumplir, ni ninguna meta que alcanzar, no se transciende, y acaba encerrado en si mismo, en su "libertad". ¿Sabe Zapatero lo que quiere decir con "verdadero"?

La libertad, por otro lado, en esa frase es una potencia, una cualidad ciega. Tan "verdadero" se puede decir el asesino que mata "libremente"; como el violador que viola "libremente"; como el suicida que se suicida "libremente". Entre otras cosas porque "verdadero" apenas es algo más de "lo que a mi me da la gana". La vida carece de sentido; o mejor, la vida se agota en uno mismo; y cuando el hombre se mira a sí mismo –que muchas veces no tiene la valentía de hacerlo- y descubre que "el infierno soy yo", concluye que "verdaderamente", la vida no vale la pena.

 

¿Es posible un diálogo con estas premisas?

Por intentarlo, que no quede. Y más a estas alturas en las que los organizadores están montando autobuses para que el diálogo tenga expectadores. Ciertamente –y es tan obvio que ni siquiera merece la pena intentar una explicación-, aunque nada tiene que ver esta conversación con la que en su momento sostuvieron Ratzinger y Habermas, siempre puede animar a alguno a reflexionar sobre el "humanismo"; y eso ya sería algo.

Por lo menos, aunque sólo fuera un "monólogo a dos voces", no sería esteril.

Ernesto Juliá Díaz

ernesto.julia@gmail.com

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