¿Para qué?

En un mundo tan utilitarista esa es la típica pregunta. Para qué rezar, leer, trabajar, amar en serio, ver un museo, disfrutar de la música, estudiar griego.

Para qué sirve rezar, si lo que va a pasar, pasará. Dios no es una máquina de Coca-Cola; la mayor parte de la gente enferma que va a Lourdes vuelve enferma, ¿para qué ir? Pues porque vuelves con Fe, con más esperanza, das gracias porque hay gente que está peor. Creces, asumiendo.

A mi profesor de latín y griego un alumno le preguntó que para qué servía eso. Puestos a cosas prácticas, la gimnasia tiene resultados evidentes.

El profesor contestó: “Pues por lo menos para no hacer preguntas tan estúpidas como esa”.

 
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