Cuento de enero

Entre el cielo y la tierra.
Paisaje.

Aquel hombre en su mansión veía amanecer. Había sido malo siempre. Pensó que era hora de hacer algo bueno. Pero... no sabía que podía hacer.

Reparó en sus dos pequeños peces de la pecera. Calentamiento global, especies en extinción. Ya está, les daría libertad inmediatamente.

Salió a su playa particular y los dejó en el mar. Dormía a gusto, feliz de su obra, sin reparar en que eran peces de agua dulce.

No basta querer el bien, hay que aprender a  querer el bien. Como personas, como cristianos, la formación religiosa y moral no acaba nunca.

 
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