La Samaritana que llevamos dentro

Comparen un programa político de cualquier político, aspirante a rector, presidente de cofradía o de vecinos, con el programa de Jesús en el evangelio.

 Hace dos domingos, el evangelio  nos narra el encuentro de una mujer con experiencia de la vida; cinco maridos tenía y el actual no era marido, que va a por agua y dialoga con Jesús. Jesús no se ocupa sólo de multitudes, se acerca a cada uno a cada una, cuando tenemos sed: de perdón, de descanso, de sentido de la vida y de la muerte.

 La gran pregunta es, tráete a tu marido y os explico. El matrimonio fue un gran propagador de la Fe y debe seguirlo siendo. La samaritana, ante el marrón, como todos nosotros, le dice que no tiene marido, ahí escuece. Y rápidamente ante la escocedura viene la gran teoría: ¿dónde proclamaron los profetas al Mesías?; la samaritana que llevamos dentro ante el problema se evade: oye, ¿dónde dice el evangelio eso?; ¿no son todas las religiones iguales?; una sociedad democrática no debe impregnarse de restos confesionales; pero, ¿son auténticos los evangelios?; ¿por qué el Vaticano no vende sus bienes para los pobres?; y ¿qué me dices del asunto del preservativo?; ¿y los Borgia? ¿y  por supuesto siempre el tema de la inquisición??.

Anda reconoce tu marrón, tus pecados, el punto en que no quieres que te moleste la doctrina de la Iglesia de Jesús. La mujer se convirtió, el Mesías se presentó ante ella como tal, a pocos, muy pocos se lo dijo. Y la casa de la samaritana se llenó de gentes, de perfumes, de agua viva, de alegría.

Jesús hizo también lo que Josemaría Escrivá llamaba apostolado de amistad y de confidencia. Y no está bien hacer solitarios haciendo trampas.


 
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