La Iglesia en la Educación. Presencia y Compromiso

Congreso sobre Educación de la Iglesia Católica.
Congreso sobre Educación de la Iglesia Católica.

Como ya adelantó este diario, la Conferencia Episcopal Española está trabajando en la organización de un congreso que llevará por nombre La Iglesia en la Educación. Presencia y Compromiso. En la presentación, el presidente de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, Alfonso Carrasco, recordó las diversas iniciativas internacionales que se han destinado los últimos años para la renovación de los planteamientos educativos, con repercusiones concretas en nuestras nuevas leyes de educación. También subrayó "la necesidad de la participación de todos los actores sociales", así como de un "compromiso a favor de una educación inclusiva y equitativa de calidad".     

Confío en que el simposio facilite compartir los numerosos proyectos que la Iglesia promueve e identificar si en ellos el modo cristiano de educar -que existe- sale adelante o queda diluido por un ánimo integrador que, siendo bien intencionado, podría estar mal planteado. En ocasiones se percibe un cierto complejo institucional que silencia la confesionalidad, confundiendo al profesorado, al alumnado y a las familias; otras veces se constata la falta de formación e identidad clara de los educadores. Integrar nunca puede hacerse al precio de traicionar lo genuino de la educación católica.    

Decía Edith Stein que “educar es dar forma a un material para que alcance una hechura según su imagen”. ¿Qué significa dar forma? Lo que hacemos en la playa cuando construimos un castillo: coger la arena y moldearla. Un maestro no es un mero dinamizador de aula o un dispensador de información; es un artesano, aunque a veces fracase (¿o no se deshacen muchos castillos en la orilla del mar?). En la alfarería del profeta Jeremías no todas las vasijas salían bien y a la primera; algunas ofrecían resistencia, había que volver a moldearlas, requerían paciencia y constancia. Otras, imagino, se romperían. No es una paradoja trabajar en la escuela y ser consciente de que la obra no será muchas veces la esperada. Lo que sí resulta contradictorio es afanarse con la arcilla prescindiendo de destrezas o levantar un castillo sin ser consciente de que la arena es escurridiza y el viento, traicionero.      

Me contaba un profesor que un alumno le preguntó a un colega si el hombre es bueno o es malo, y no le supo contestar. Si un educador no sabe responder a esta pregunta, si no conoce la naturaleza del material que tiene delante, debería dedicarse a otra cosa. La respuesta, según la tradición católica, es que la naturaleza humana es una naturaleza caída, pero que ha sido asumida por el Redentor y, por lo tanto, tiene la posibilidad de alcanzar la plenitud para la que ha sido creada. Así hay que decirlo a los niños y a los jóvenes: su barco no está hundido (como expuso Lutero, una afirmación, por cierto, gravísima, y que ha tenido unas consecuencias históricas y sociales de enorme magnitud), sino tocado. Deben saberlo para pertrecharse y bregar mar adentro con humildad y esperanza, aunque las condiciones climatológicas sean adversas.   

En cuanto a la hechura de la que habla Stein, puede resultar confusa porque mucha gente ya no utiliza esta palabra, que los modistas refieren al corte para que la prenda se ajuste al cuerpo. Esto es fundamental: la hechura define el modelo. Si un educador entra en clase y no sabe qué quiere del alumno ni del proceso educativo hará actividades, pero no educará. Dará palos de ciego.     

Finalmente, ¿qué imagen propone alcanzar la pedagoga alemana? La del único al que se puede llamar Maestro (con mayúsculas). Educar es dar forma para alcanzar su imagen. Pero Cristo no es un modelo exterior, un personaje histórico admirable que proponer al niño y al joven, sino Alguien a quien pueden acoger y dejar actuar. Por eso el profesor es un mero instrumento, pero necesario, para que se dé este encuentro.     

La Conferencia Episcopal anima a que el congreso sea ocasión para "redescubrir lo específico de nuestra identidad y aportación al bien común en este momento histórico” e “identificar los desafíos que se nos plantean”, según se detalla en la carta que anuncia el evento. Estaremos atentos.

Carola Minguet Civera

Universidad Católica de Valencia

 
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