Cómo recorrer el camino que nos queda

Cuando un miembro del Regnum Christi echa la vista atrás y vuelve con su mente a recorrer el camino de renovación que nos propusimos andar, no le queda más remedio que reconocer la fidelidad de Dios nuestro Señor. Es desde luego una certeza que el Espíritu Santo y su Iglesia nos acompañan. No nos sentimos solos.

Es verdad que acompasar el ritmo personal de renovación al ritmo de renovación de nuestro Movimiento está siendo todo un reto, pues cada cual ha tenido, tiene y tendrá que reflexionar, meditar y orar qué tiene que ver con su propia vida el camino que nos propusimos andar.

El Padre Eduardo Robles Gil, loris Rodríguez y Jorge López, directores generales el Regnum Christi, la Legión de Cristo, las consagradas y los consagrados, respectivamente, nos dirigieron una carta el 12 de octubre de 2016 a todos los miembros del Regnum Christi –seglares, consagradas, laicos consagrados y legionarios de Cristo- . En ella nos resumen de forma muy didáctica el camino recorrido, el camino que nos queda por recorrer y una propuesta sobre cómo vivir este período que aún nos queda por recorrer.

Con la conclusión de la Convención internacional de los miembros seglares, se abrió la segunda etapa del camino de elaboración del Estatuto general del Regnum Christi. Se trata ahora de que el Comité Directivo General prepare un borrador de Estatuto con la asesoría del Asistente pontificio –el P. Gianfranco Ghirlanda, SJ- y la ayuda de un equipo redactor dirigido por el P. Sylvester Heereman. Está previsto que este borrador lo tengamos en mayo del 2017. A partir de ese momento se abrirá la tercera etapa del proceso, en la que los miembros de todas las ramas revisaremos el texto individualmente y en grupos pequeños; en las asambleas territoriales y, finalmente, en la primera Asamblea general del Regnum Christi de la historia –en abril de 2018- en la que participarán representantes de todos los estilos de vida. En paralelo, cada rama consagrada celebrará su Capítulo general extraordinario (legionarios) o asambleas generales extraordinarias (consagradas y consagrados), lo que implicará la celebración previa de asambleas territoriales.

Sobre las actitudes que nos proponen los directores generales para el camino que nos queda por recorrer me gustaría detenerme. Los años 2017 y 2018, por lo que se intuye y nos dicen, van a ser intensos y de mucho trabajo de preparación para las asambleas territoriales y la Asamblea general, pero, con independencia del trabajo intenso que nos va a ocupar a todos, donde realmente nos la jugamos es sin duda en las actitudes con las que afrontemos este camino de renovación.

Los directores generales nos proponen por ello que vivamos este proceso de una manera contemplativa y evangelizadora, que no es otra cosa sino tener fe en que el mismo proceso de revisión de los estatutos tiene que ver con uno mismo, conmigo, siendo por ello una verdadera ocasión para renovarme interiormente y sacar brillo a mi entusiasmo por la misión que el Señor me confía y que es irremplazable.

En segundo lugar, será preciso, se nos dicen en la carta, “cultivar una mirada madura, que trascienda puntos de vista personales” porque probablemente, como apunta,  no haya una solución perfecta para formular el carisma o nuestra espiritualidad, pues esto último es demasiado complejo para expresarlo… Por ello, más que fijarnos en lo que no va a funcionar, deberíamos preguntarnos qué es lo que hará al Movimiento funcionar dentro de lo que es posible en este momento.

De otro lado, no podemos vivir este proceso sin acompañarlo con la fuerza que nos dan la oración y la vivencia en el “aquí y el ahora” de lo que somos, siendo nosotros mismos expresión de nuestro propio carisma en el que cada vocación aporta al Movimiento elementos diversos dentro de nuestra unidad. Sólo así podremos ayudar a otros a encontrarse con Jesucristo.

Y algo muy mundano y que constituye siempre una limitación contra la que nos enfrentamos día a día: debemos dedicar tiempo para leer y estudiar con calma y orar los documentos que van a ir marcando este camino que nos queda por recorrer. Para ello, hay que darle cierta prioridad porque no se puede hablar de lo que no se conoce.

 

En definitiva, no parece que podamos eludir o pasar de puntillas sobre este proceso porque nos ha tocado vivirlo y tenemos la misión de andarlo, no solo por lo que significa para nuestras propias vidas sino también por la respuesta histórica que en este momento debemos ofrecer, con la ayuda de Dios, a nuestro querido Regnum Christi. Es muy esperanzador saber que en todo ello Él y nuestra querida Madre nos acompañan. 


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