Lolo tiene que estar en Lourdes

Tenemos en España un beato muy especial. Se llama Manuel Lozano Garrido, “Lolo” (1920-1971). Tres palabras lo definen: enfermo, periodista y escritor. Ahora  que celebramos la Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes les traigo a colación una petición muy razonable que los muchos amigos de este laico camino de la santidad están haciendo llegar: quieren que haya una imagen conmemorativa de Lolo junto a las de otros peregrinos que sirven de testimonio para los enfermos que llegan hasta la gruta en el Pirineo francés.

Las peticiones se han multiplicado tan pronto como se ha conocido la iniciativa que solicita que “la imagen del Beato Lolo sea incluida entre la de los santos y beatos ya expuestos en la Basílica subterránea San Pio X a la veneración de los muchos peregrinos enfermos, a los que él también servirá de maestro en su vida dolorida pero conforme siempre con la voluntad de Dios”.

Pero, ¿por qué Lolo, de entre millones de enfermos que visitan Lourdes, merece una imagen en la Basílica? Porque Lolo no solo fue un enfermo, fue sobre todo un enfermo que supo sacarle a su situación el enorme partido de convertirla en vía de evangelización para los demás.

Resulta complicado que en este breve espacio les pueda transmitir quién es Lolo. El que se acerca por primera vez a este hombre enjuto y deformado por la enfermedad, que tuvo que ver la imagen de la Virgen en la gruta a través de un espejo que le colocaron en el regazo, incapaz de levantar la vista, inmovilizadas ya sus articulaciones, puede pensar en un hombre recluido en sí mismo, triste, apocopado.

Nada más lejos de la realidad. Lozano Garrido hizo de su enfermedad bandera y se negó a que aquel mal anquilosante que lo postró para siempre en su juventud en un sillón de ruedas le quitase la alegría de vivir. La única vez que, tras un durísimo viaje, Lolo va a Lourdes, vuelve en cierto sentido transformado. No se atrevió a rezar allí por su curación, sino por la curación de los demás. Y si en Lourdes pedía la sanación del cuerpo, desde Linares tomó la decisión de sanar las almas con el inmenso poder de su palabra.

Lolo merece una imagen en Lourdes porque cada una de las páginas que publicó para sus miles de lectores es un torrente de vitalidad, un mensaje inequívoco del poder de la comunión de los santos, una garantía de que el sufrimiento entregado a Dios se convierte en alegría. Lolo tiene que estar en Lourdes porque sus escritos llevan más de 60 años ayudando a la Virgen a curar los corazones heridos por el dolor.

María Solano Altaba
@msolanoaltaba

Decana de la Facultad de Humanidades del CEU

 
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