Los valores del sinsentido

Se ha editado recientemente uno de los últimos libros escritos por Stephan Zweig -Clarissa- una novela que no puede calificarse de corta, pero que, sin duda, no es de las más largas de este autor, quizá también porque, casi seguro, es una novela inconclusa. El editor, en la cubierta posterior, advierte de que posiblemente Zweig quiere mostrar en esta obra el conjunto de valores humanos que ha tenido presentes a lo largo de su vida.

Llama la atención con qué claridad un médico neurólogo, parte importante de la historia, se opone al aborto, cuando Clarissa le pide ayuda para deshacerse del niño que lleva dentro. No es una negación por motivos más o menos utilitaristas o del momento; más bien este doctor –y detrás el autor- está razonando con profundidad para convencer a la joven del peso tan grande que tendrá toda su vida por haber matado a su hijo.

Es muy interesante advertir como a través del joven francés, del que se enamora Clarissa, el autor está haciendo un elogio de los maestros, para los que organiza una especie de Congreso, pensando en que se junten, se conozcan, se valoren mutuamente. Hace ver como esas personas, que permanecen, de modo habitual escondidas, son una base esencial de la sociedad, pues están educando a los jóvenes en los momentos más importantes de si vida.

Un personaje interesante es el padre de Clarissa, militar que dedica toda su vida a investigar, a través de una sistematización exhaustiva de datos, sobre las necesidades que el ejército austriaco puede llegar a tener en caso de guerra. Aunque ya es mayor, al estallar la Gran Guerra, el ejército le repone en su puesto, pues se dan cuenta del valor imprescindible de su trabajo de años. Este hombre, honrado, coherente, es consciente de los problemas que acechan a su país y a Europa y advierte, antes de llegar a aquella terrible guerra, del peligro grandísimo de los nacionalismos, que serán realmente los causantes de los males que luego vendrán toda Europa y a todo el mundo.

El lector va detectando con interés todos esos planteamientos y otros que el autor va dejando caer a través de la historia dura de Clarissa y no puede menos que extrañarse al saber cuál fue el final tremendo de Zweig, que acaba su vida suicidándose junto a su mujer. Es algo que no se podría adivinar a través de sus obras, pues es difícil pensar en una persona tan culta y tan certera a la hora de apuntar los valores que termine quitándose la vida.

No cabe sino entrever la falta de un sentido último en su vida. En varias de sus obras se advierte el mazazo tan duro que supuso para Stephan Zweig la derrota de Austria en la guerra,  y la desaparición del imperio. Parece que eso le afecta más que cualquier otra cosa, pero no hay mención alguna a lo trascendente. Judío bastante alejado, es evidente que tiene un conocimiento importante de la religión católica, por todas las menciones existentes en sus obras, y del cristianismo en general. Pero no llegó a descubrir la maravilla de la fe, porque de lo contrario no se habría suicidado.

¿Cómo una persona puede llegar al sinsentido tan extremo del suicidio, conociendo bastante bien su religión judía y la religión cristiana de la mayoría de las personas que le rodean? No deja de ser misterioso.

Stephan Zweig, Clarissa, Acantilado 2017


 
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