Rezar por la JMJ

Jóvenes en la JMJ.
Jóvenes en la JMJ.

La Jornada Mundial de la Juventud se celebrará este año por primera vez en Portugal, del 2 al 6 de agosto en Lisboa. Hay ya amplio historial y en España hemos vivido esta experiencia con dos papas, con San Juan Pablo II en Santiago de Compostela y, más recientemente, con Benedicto XVI en Madrid, con recuerdos todavía cercanos y sorprendentes, como la famosa tormenta que parecía llevárselo todo.

No deja de ser llamativo que el Papa, cualquiera que sea, tenga la capacidad de convocar a tantos miles de jóvenes de todo el mundo. Obviamente más abundantes los de países cercanos, en este caso los jóvenes de Portugal y de España, pero con expediciones de muchos lugares lejanos. Un evento que supone una organización compleja, pues atender a tanta gente, aunque sean jóvenes, lleva consigo una estructura importante.

La experiencia de tantas jornadas anteriores es siempre emocionante. Desde luego es más fácil ser conscientes de lo que significa esta muchedumbre de jóvenes cuando uno tiene la experiencia de haber participado. La realidad supera en mucho lo que pueda verse en los medios de comunicación. Tantos jóvenes en medio de la incomodidad que suponen estas reuniones, atraídos por el Papa, no deja de ser sorprendente.

No por eso hay que ser conscientes de las dificultades y seguramente se nos ocurrirá que haya muchos que vayan porque es lo que toca, porque resulta atrayente estar con tantos jóvenes de todo el mundo durmiendo, al menos una noche, en el descampado, todos en el mismo lugar, rodeados de medios abundantes de subsistencia: servicios, fuentes, puestos de comidas o bebidas. Es una aventura.

Y se nos ocurre que merece la pena rezar para que haya muchas conversiones. Una sorpresa típica de esos momentos es descubrir numerosos sacerdotes que se han situado en lugares estratégicos para atender en confesión a todo el que quiera. Son momentos únicos. Para algunos jóvenes es una experiencia muy distinta a su vida normal, casi impensable. Y la posibilidad de acercarse a aquel sacerdote que está allí disponible y confesar resulta, de pronto, algo imprevisible. Y va y se confiesa, quizá después de años.

Estas cosas pasan. También puede haber quien vaya solo por la experiencia curiosa, o porque van sus amigos, o porque no tiene otro plan mejor. Entendemos que serán útiles nuestras oraciones, porque puede haber conversiones muy significativas. Y habrá que rezar también para que no haya esos desordenes o inmoralidades que se facilitan cuando chicas y chicos están pasando horas juntos, incluida la noche. A Dios gracias la inmensa mayoría de aquellos jóvenes se han apuntado por manifestar su fe junto al Papa.

Tengo varias imágenes muy gravadas en mis recuerdos de la más cercana para nosotros, la JMJ de Cuatro Vientos, en Madrid. Estaba yo al cuidado de una de las capillas del Santísimo que se instalaron. Cuando nos dimos cuenta de la tormenta que se acercaba cogí el sagrario y me fui con él en brazos hasta una capilla más fuerte en la zona de los obispos, donde dejé al Santísimo. La tienda preparada en donde debería haber estado yo junto al sagrario toda la noche, se cayó por el viento.

Pero también me llamó mucho la atención otra imagen. A media tarde, cuando era impensable la tormenta, hacia calor, en mi capilla había gente rezando y vi, no muy lejos, un grupo de jóvenes y una chica vestida con un mínimo bikini. Me resultó muy chocante. Pensé que había gente que no sabía a qué iba. Y como esto, entre tantos  jóvenes como se juntan, puede ocurrir de vez en cuando, me hace pensar una vez más: hay que rezar por todos ellos. 

 
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